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Continúa el hostigamiento contra la industria fueguina

Como sucede en la mayoría de las historias hay ganadores y perdedores. Los primeros festejan haber alcanzado récord de ventas y de ser los hacedores del «Made in Argentina». Los segundos se sienten desplazados y disparan artillería pesada. ¿Cuáles son las razones de este fuego cruzado?

(Río Grande, 22 de julio de 2011) Como suele ocurrir en muchas situaciones, existen diferentes visiones sobre una misma circunstancia. Y, las conclusiones que se obtienen dependen -en gran medida- de los «anteojos» que se utilicen para observar esa única realidad.

Tierra del Fuego viene a ser uno de estos casos que, por estas horas, despierta tantas pasiones como voces que se alzan en contra.

Una suerte de lado «A» y «B» que, en este caso, muestra un gran antagonismo.

Lado A
Los desembarcos de empresas y anuncios de inversión en la isla están a la orden del día.

Y cada una de estas iniciativas pasa a ocupar espacios destacados en los medios de comunicación.

El Gobierno se vanagloria del «Made in Argentina«, que revive desde la provincia más austral del país, ubicada -paradójicamente- a miles de kilómetros de los principales centros de consumo.

El listado de compañías que han ido arribando a Tierra del Fuego se fue ampliando con el paso del tiempo, seducidas todas ellas por los beneficios impositivos que ofrece.

Recientemente se sumó Research In Motion (RIM), que anunció la fabricación de Blackberry. También HP, que producirá notebooks, previa inversión de unos u$s12 millones.

Así, Tierra del Fuego «va por más». Y la isla consolida su supremacía y se alza como el epicentro de casi todos los desarrollos tecnológicos que se dan a nivel nacional.

Los números que acompañan este esplendor son más que elocuentes: según fuentes del Ministerio de Industria, «sólo en los primeros cuatro meses del año la producción de aires acondicionados, microondas, teléfonos celulares y monitores tuvo un incremento de más del 600 por ciento«.

«El caso de los monitores es paradigmático, ya que en los primeros 4 meses alcanzó una producción de más de 200.000 unidades, que representan un crecimiento interanual de casi el 1.800%«, señalan desde la cartera.

Pero no sólo eso. La fabricación de teléfonos celulares en la isla creció un 300% -también comparando el primer cuatrimestre 2010/11- superando 2,5 millones de unidades.

La lista sigue. La producción de aires acondicionados se incrementó un 270% (370.000 unidades) y la de microondas superó un 60% (180.000).

Y si se habla de cámaras digitales -que aún no se producían en el primer cuatrimestre de 2010- el comienzo de 2011 muestra cifras impactantes (70.000 equipos), que representa más de un 60% del total producido en todo 2010.

Lado B
La cifras enunciadas hasta despiertan la envidia de muchas otras provincias, a las que les encantaría poder otorgar algunos de los beneficios impositivos que ofrece el suelo fueguino.

Pero no pueden. Y lo cierto es que esto viene despertando críticas que se escuchan cada vez más fuerte dentro del sector tecnológico.

Es que antes de este «boom fueguino» muchas provincias ya venían trabajando fuerte para atraer empresas del rubro.

Pero ahora se sienten extremadamente perjudicadas. Y hasta hablan de un «crowding out tecnológico«.

Es decir, de una suerte de desplazamiento de muchas de ellas en pos de favorecer a la isla más austral del país.

Y tanto directivos como funcionarios reaccionan disparando artillería pesada.

Más aún, ponen en tela de juicio las características de los desembolsos comprometidos para el sur.

Además, exigen marcos que -por lo menos- establezcan la inclusión de componentes nacionales en los equipos que se elaboran.

¿Por qué? Porque observan que el «Lado B» de la historia muestra que ese lugar no es un centro de fabricación sino de ensamble de piezas que llegan principalmente de China, Korea y Taiwán, entre otros países.

Y se quejan de que más del 90% de los componentes de celulares y notebook -que se venden bajo el sello Made in Argentina- en realidad provienen del exterior.

Las siguientes infografías son más que elocuentes, a la hora de observar cómo se disparó la importación de insumos en relación al ingreso de productos terminados.

En el caso de notebooks y netbooks:

En el caso de celulares:

Por otro lado, atentos a las iniciativas comunicadas por firmas de peso como Nokia, Samsung, LG, RIM, o Alcatel, entre otras, empresarios nucleados en entidades como Camoca, Ciiecca y Cidi -las dos últimas, emblemas de la producción cordobesa-, resaltan además que el caudal de fabricación que se está dando en Tierra del Fuego favorece a un grupo muy reducido de compañías.

«Todos los anuncios son para que los fabriquen empresas que ya venían produciendo desde mucho antes. Si uno se fija en las promesas de inversión, como las anunciadas por HP o Blackberry, ninguna de estas firmas habla de radicar una planta o de instalarse en Tierra del Fuego», se queja Carlos Scimone, gerente de Camoca, ante iProfesional.com.

«Para las empresas del continente, que todo vaya directo al sur está poniendo medio denso el ambiente. Al régimen hay que repartirlo cuanto antes en todo el país. Existe una gran cantidad de provincias que merece un apoyo mayor«, agrega.

Beneficio para pocos
Las palabras de Scimone mantienen una sintonía con apreciaciones como las emitidas en su momento por Norberto Capellán, titular de Cicomra, quien en la víspera de la aprobación del llamado «impuestazo tecnológico» sostuvo que la promoción de la industria tecnológica en el sur «beneficiaba tan sólo a cinco empresas«.

La falta de radicaciones concretas por parte de los gigantes ya mencionados y la concentración del ensamblado en muy pocas firmas locales, salta a la vista si uno repasa los anuncios de producción.

Así, la «fabricación» en Tierra del Fuego se da de esta forma:

Nokia: dejó en manos de Mirgor el desarrollo de sus teléfonos.
Motorola: confió toda su producción a la planta de BGH en el sur.
Sony: su tecnología es ensamblada por Electrofueguina y Newsan.
Positivo: sus computadoras también son fabricadas por BGH.
HP: ensamblará todo el equipamiento de la marca bajo el paragua de Newsan.
Blackberry (RIM): la producción correrá por cuenta de Brighstar.
Samsung: derivó el ensamblado también a Brighstar.
Huawei: sus equipos serán armados por BGH y Newsan.
Alcatel: también dejó en manos de Newsan su producción.
TCL: su tecnología será ensamblada por Radio Victoria.

Aunque los nombres de las ensambladoras pueden variar en muy pocos casos, lo cierto es que ese número -según remarcan los empresarios del interior- puede ajustarse a sólo tres «gigantes»: Newsan, BGH y Radio Victoria Fueguina.

En ese tridente, Newsan asoma como la principal.

Propiedad del empresario Rubén Cherñajovsky -también dueño de Electrofueguina SA- la firma factura alrededor de u$s1.100 millones por año y fabrica equipamiento para marcas como Sanyo, ATMA, Noblex y Philco.

Cherñajovsky también es señalado por varios medios fueguinos como el verdadero propietario de la reconocida BGH, si bien esto no pudo ser comprobado por este medio.

Por el lado de Radio Victoria Fueguina, la firma ostenta el control de las marcas Hitachi y Kelvinator y además es licenciataria de RCA.

«A contramano de esto, no hay políticas para que las empresas tecnológicas fuera de la isla se amplíen o sumen más capacidad de desarrollo. El crecimiento del consumo por ahora tapa falencias que más tarde se notarán en la evolución industrial del país», alerta Scimone.

Sin componentes propios
Las afirmaciones de Scimone apuntan a un argumento con el que también coinciden las cámaras tecnológicas del interior y analistas de la talla de Enrique Carrier, titular de la consultora Carrier & Asociados: la ausencia de marcos legales que fijen la inclusión de componentes nacionales en los dispositivos que se ensamblan en Tierra del Fuego.

«Nuestra cámara podría ser proveedora de algunos de los fabricantes del sur, pero no se han desarrollado ni licencias ni prerrogativas que nos habiliten a concretar negocios en Tierra del Fuego. Somos proveedores del plan nacional de expansión de la TV digital, pero hasta ahora no tenemos trato con los fabricantes del sur», señala a iProfesional.com Erardo Bozzano, presidente de Ciiecca, entidad que aglutina a más de 80 compañías de Córdoba y de la zona centro del país.

«Tenemos un centro de fabricación con el que podríamos producir sin inconvenientes placas electrónicas para notebooks, celulares o televisores. Sin embargo, estamos al margen de lo que sucede en Tierra del Fuego. La cámara está capacitada para fabricar. Sin embargo, las mismas se traen terminadas al país para ser meramente ensambladas con posterioridad. Sería interesante crear otro camino», agrega.

Desde la Cámara de Informática del Interior (Cidi) su presidente, Claudio Conci, aporta una mirada parecida.

«Nunca entendimos por qué se volvió a incentivar Tierra del Fuego como punto industrial y no a lugares dotados con universidades, con carreras duras y disciplinas desarrolladas como la matemática. No es importante dónde se arma una computadora, sino dónde se piensa. Y en eso estamos fallando», afirma a iProfesional.com.

«No se pone el foco en lugares como Córdoba, donde la formación de los recursos humanos está más que comprobada por empresas de la talla de Intel. Es cierto que el inconveniente de las tecnológicas argentinas es la baja escala, pero también es verdad que no se está incentivando el desarrollo real de productos locales«, añade.

Las características del equipamiento que hoy se ensambla en el sur de la Argentina son detalladas por Enrique Carrier: «La producción ‘nacional’ de Tierra del Fuego tiene un altísimo componente de piezas y de partes que son importadas» y esto es «prácticamente el producto completo, salvo el packaging, manuales, cables y otros elementos de menor valor«.

Carrier argumenta que «por lógica, correspondería que los fabricantes de la isla exporten para compensar la salida de divisas resultante de la importación de los ‘componentes’ ingresados al país».

De hecho, son los requisitos que se imponen a otras industrias como por ejemplo la automotriz.

Sin embargo, el especialista en materia tecnológica señala: «Por supuesto que esto no será sencillo, porque la industria electrónica fueguina funciona como consecuencia de la protección que recibe. Pero esta causa, justamente, es la que la hace poco competitiva en mercados externos«.

De modo que, en la visión de Carrier, «pensar en productos fueguinos ingresando a otras geografías, que no sean Argentina, tiene mucho de utópico por ahora».

El futuro y el ejemplo «Tecnópolis»
«¿Qué haremos cuando se desacelere el consumo o se terminen los planes de fabricación como Conectar Igualdad?», es la pregunta que se hacen varios empresarios del sector.

Para Scimone, «habrá que definir nuevas políticas. Porque concluyen las propuestas que estimulan la producción masiva, como es el caso de los planes oficiales. Deberemos sentarnos todos a repensar formas y métodos».

Para el empresario, la clave será trasladar al resto del país lo que hoy se está haciendo en Tierra del Fuego.

«Igualmente, sabemos que no será fácil porque la provincia hará todo lo posible para que nada cambie. Más allá de eso, tenemos que fijar pautas para que se solucionen cuestiones preocupantes, como sucede con la falta de participación de la siderurgia argentina en lo que hoy se fabrica en el sur a nivel industria en general», señala Simone.

¿Es posible fijar en otra zona del país un conglomerado productivo como el fueguino? Scimone, lo ve complicado, por lo complejo que resulta el entramado político, que dificulta un rápido desarrollo como el que tiene lugar en el extremo más austral de la Argentina.

Para ilustrar su postura, el empresario opta por un ejemplo.

«Hace cinco años las empresas de la cámara pedimos las 30 hectáreas que hoy ocupa Tecnópolis para crear un clúster tecnológico. Contábamos con el respaldo de 150 millones de pesos de inversión concreta y créditos avalados por los bancos Nación y Ciudad. Era apostar por una industria limpia, cerca del INTI. Pero no pudimos captar el interés», relata a iProfesional.com.

Para luego añadir: «Con eso bajábamos cualquier costo de logística, algo que hoy pesa en los productos de Tierra del Fuego. Fomentábamos empleo calificado, alentábamos el desembarco de otros actores, entre otras cuestiones. Nos dijeron que era complicado y que se requería de una ley. Finalmente la idea no prosperó y perdimos esa muy buena oportunidad».