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Beatriz Sarlo frente a un 6-7-8, «reforzado».

Beatriz Sarlo se animó y aceptó la invitación que algunos especularon le hizo Diego Gvirtz creyendo que no iría al programa ‘6 7 8’. Pero Sarlo publicó hace poco su libro «La audacia y el cálculo, Kirchner 2003-2010», y no iba a perderse la posibilidad de difundirlo en un debate televisivo. Video del ya famoso «Conmigo no, Barone».

La profesora de Literatura Argentina y ensayista, Beatriz Sarlo, aceptó la invitación  para visitar el programa  ‘6 7 8‘, por la TV Pública.

Valiente lo de Sarlo, al atreverse a jugar de visitante y en un estadio difícil.
Gvirtz reforzó el panel de ‘6 7 8’ con la presencia de Gabriel Mariotto, titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, o sea la policía de los medios electrónicos; y el filósofo y también ensayista Ricardo Forster, quien integró el ex colectivo Carta Abierta.
¿Gvirtz creyó que Sarlo no aceptaría la invitación? En cualquier caso, gracias a su invitación, y a que Sarlo la aceptó, por fin el Canal 7 que financian todos los contribuyentes logró un programa de repercusión que no fue la transmisión de un partido de fútbol.
Sarlo es una intelectual sólida y eso le permitió sobrellevar sin sobresaltos el desafío, y hasta se dio el lujo de decirle al periodista Orlando Barone: «A mi no me vas a correr con eso, a mi no», y le respondió a la chicana del sobreactuado personaje que resulta Barone recordándole que en los años ’90, Barone fue el director del vespertino sensacionalista Extra, de Eduardo Eurnekian.
Del lado del kirchnerismo, Gabriel Mariotto corroboró todas las sospechas de que el intercambio de opiniones con Sarlo le quedaba grande. Mariotto es muy frágil en su formación intelectual e intentó cubrir los baches con mucha genuflexión, consignas huecas y grandilocuencia de barricada.

Mariotto intentó un juego contradictorio: por un lado, arrinconar a Sarlo como si fuese de Grupo Clarín o afin o funcional a Clarín; por otra parte, invitarla a participar de los festejos populares del kirchnerismo. ¿En qué quedamos?

Mariotto tiene una limitación, desde un punto de vista conceptual: él cree que la existencia de muchos medios garantiza la democracia mediática. Sin embargo si esa oferta alternativa, ese abanico de nuevos medios, es rechazado por el público, habrá que cuestionarse el concepto.
Mariotto considera que la democracia mediática no puede apreciarse en su verdadera dimensión por culpa de la grilla de Cablevisión, de las mediciones de Ibope y otras cuestiones instrumentales.
La estupidez resulta una característica fundamental de la mentalidad de Mariotto. No puede ser tan necio como para ignorar la realidad del mercado: la gente, en forma espontánea, expresa sus preferencias y ese es el complemento indispensable de la democracia mediática porque establece el tope a toda la pluralidad nominal. Pero él simula ignorarlo porque le resulta más fácil no someterse a la realidad de que los medios estatales y paraestatales que conforman el nuevo monopolio no consiguen atraer lo suficiente al público.
Luego, y es un error en el que también cayó Forster, los medios no son todopoderosos. Ni siquiera son mediopoderosos. La importancia de los medios se encuentra inflada, en especial para disimular la falta de contenido ideológico de los protagonistas de la política que, además, no le interesa como propuesta a la mayoría de la población.
Mariotto dijo que no lo compartía, que el gobierno de Cristina Fernández le devolvió a la gente el interés en la política, concepto que corroboró que la mirada de Mariotto se circunscribe al tamaño de su ombligo. La famosa imagen de los jóvenes en Plaza de Mayo cuando se velaba a Néstor Kirchner no permite alcanzar las conclusiones que de esa participación realizó el Frente para la Victoria.
De todos modos, Mariotto marcó un récord de audacia cuando criticó la calidad informativa de la BBC, y dijo que aqui en el Sur podía desarrollarse una señal informativa de mayor calidad. 

Forster intentó demostrar, básicamente a partir de su silencio, que él no es Mariotto. Tampoco Barone. Pero el precio que pagó fue la intrascendencia en el debate.
A los efectos de adoctrinar a sus bases, la exitosa edición de ‘6 7 8’, en términos de repercusión, fue un grave problema para el Frente para la Victoria porque ahora muchos militantes pondrán a prueba algunos conceptos y revisarán otros.
Sin embargo, sería bueno que vuelva a ocurrir, más allá de la no conveniencia para los productores.
A Sarlo le resultó relativamente sencillo pasar por ‘6 7 8’ porque los panelistas demostraron una candidez considerable. Por ejemplo, la explicación de los motivos por los cuales no había ocurrido una elección interna en el FpV porteño para elegir candidato a jefe de Gobierno y lo envidiable que era, supuestamente, que los 3 precandidatos privilegiaran «el proyecto» antes que el candidato.