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La máquina de escribir se despide para siempre

Cerró en la India una de las últimas fábricas que la producían. En su versión moderna, comenzó a ser utilizada en 1874. A partir de 1980 comenzó a ser reemplazada por la computadora.

Las máquinas de escribir están dando sus últimos pasos en dirección de transformarse en piezas de museo. Es que Godrej and Boyce, una de las últimas fábricas de estas máquinas, ubicada en Mumbai, India, está liquidando las últimas piezas que tiene, y ya no fabricará más.

La firma India, que llegó a fabricar un tercio de todas las máquinas de escribir que se producían en la India, conserva aún un stock de unas 500 máquinas, la mayoría con caracteres árabes, los últimos que venderá para ya no producir.

Las máquinas de escribir comenzaron a acallar su tableteo en la década del 90, cuando las computadoras comenzaron a hacerse masivas. Sin embargo en India, como en otros puntos del planeta, siguieron usándose hasta hace pocos años, especialmente en las oficinas públicas (como en las de fuerzas de seguridad y tribunales).

“No recibimos muchas órdenes ahora. Desde comienzos de 2000, las computadoras comenzaron a dominar. Todas las fábricas de máquinas de escribir detuvieron la producción, excepto nosotros”, explicó Milind Dukle, de Godrej and Boyce. Y agregó: “A principios de los años 90, producíamos 50.000 piezas al año. Hasta el 2009, fabricábamos de 10.000 a 12.000. El año pasado, vendimos menos de 800”.

La empresa comenzó su producción en la década del 50, señala el diario británico Daily Mail. Entonces, el primer ministro Jawaharlal Nehru describió la máquina de escribir como un símbolo de la independencia emergente de la India y su industrialización. Señala el diario indio Business Standard que Godrej and Boyce detuvo su producción de máquinas de escribir en 2009. Y la planta hasta entonces dedicada a estos aparatos se transformó en una unidad de producción de heladeras. Sin embargo, la firma conserva en sus archivos información sobre la evolución de las máquinas de escribir desde la década del 50. Quedan aún unas pocas fábricas en Indonesia, Japón y China. Pero el final de la máquina de escribir ya parece escrito.