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John Fogerty: «Hoy soy una persona muy feliz»

El alma mater de Creedence llega por primera vez a la Argentina. Hará recitales en el Luna Park el jueves y viernes próximos. Aquí, habla de su legendaria banda y de su presente musical y personal

Además del público que creció escuchando a Creedence Clearwater Revival hay toda una nueva generación que los ama y los considera actuales. ¿Cuál será el secreto de semejante vigencia? “Es un misterio para mí, pero es un gran honor que mi música sea amada por gente de todo el mundo”.

Así habla John Fogerty. “Eso que decís también sucede en mi familia: tengo dos hijos adolescentes -uno de 18 y el otro de 19 años- y ambos aman el rock clásico: Led Zeppelin, los Beatles… Surgió de ellos, no por influencia mía. Hay una nueva generación que gusta de la etapa dorada del rock, y eso me pone muy feliz”.

Antes de llegar a la fama con Creedence, los cuatro músicos ya habían tocado juntos casi diez años. ¿Cómo fueron esos días iniciáticos? Cuando empezamos aún estábamos en la secundaria y éramos una típica banda de garage tocando rock & roll. Cada tanto conseguíamos una actuación en la escuela o en alguna fiesta. Pero no éramos demasiado buenos; miro las bandas que forman los chicos de hoy -incluyendo la de mis hijos- y son muy superiores. ¡Y también tienen guitarras mucho mejores! (risas) A principios de los ’70, en la Argentina, la banda extranjera más popular después de los Beatles era Creedence. Muchos grupos de covers tocaban “Proud Mary” o “Green River” y les salía bastante bien. ¿Había algo en los arreglos o en los riffs de Creedence que hacía que se pudieran interpretar tan bien? Mencionaste algo clave para la popularidad de Creedence: no éramos virtuosos; nuestra habilidad técnica era limitada, pero teníamos un buen ensamble grupal y yo tenía una idea bastante clara de cómo debíamos sonar. Las cosas que le daba a tocar a Tom, Doug y Stu eran sencillas y mis partes también, pero juntos lográbamos un sonido muy poderoso. Esa estructura simple hace que en cualquier bar puedas escuchar a una banda de covers haciendo un tema de Creedence. Y por lo general suenan muy parecidos al original. Bueno, menos el cantante… (risas) Nos llevó un tiempo darnos cuenta de que “Proud Mary” era un barco y no una chica. ¿Cómo surgió semejante hit? Desde chico tuve fascinación por la historia y la cultura del sur de los Estados Unidos, que aprendí a través de películas, canciones y libros como Huckleberry Finn . También me encantaba el río Mississippi, que parecía tener una conexión muy poderosa con la gente del sur. Un día estaba jugando con unos acordes y el ritmo que me salió en la guitarra sonaba como las aspas de esas ruedas gigantescas de los barcos del Mississippi. En esos días llevaba una libretita con anotaciones y títulos de canciones que se me ocurrían. La abrí y vi que había anotado Proud Mary , y me di cuenta de que era un nombre ideal para el barco que veía en mi mente. Así compuse esa canción, que es mi propia fantasía acerca de la cultura sureña.

Acostumbrados a los álbumes clásicos de rock que vuelven a salir con outtakes, demos, temas inéditos y demás, llama la atención que los de Creedence sean reeditados prácticamente igual a como salieron. ¿No quedó nada en los archivos? ¡Aah! Lo que pasa es que yo era muy eficiente en el estudio de grabación -y también muy cauteloso-, por eso no quedaron demos o versiones alternativas. Tomemos por ejemplo Proud Mary , que grabamos en primera o segunda toma. En esos días trabajábamos con dieciséis pistas, y una vez que nos poníamos de acuerdo en la toma correcta, iba y ponía la voz -en ese tema canté todas las partes vocales- y si necesitaba otra parte de guitarra, la agregaba. Cuando estaba completa la toma elegida para el master, yo la cortaba, la guardaba en un lugar seguro, y me llevaba el carrete de cinta multipista donde estaban las tomas descartadas, para borrarlas. En ese mismo carrete se grababa la siguiente canción. La cinta era cara en aquellos días, así que ésta era mi forma de ser eficiente: me concentraba en terminar la toma buena y no veía motivo alguno para guardar las descartadas.

“Fortunate Son” habla de los chicos de familia rica cuya condición les permitía eludir la conscripción y por ende ser enviados a Vietnam. Esa guerra y la brecha generacional eran dos grandes problemas de entonces. ¿Cuáles son en tu opinión las cuestiones urticantes de hoy? Creo que la división de clases dentro de la sociedad no ha cambiado. Están los ricos, la clase media y luego mucha gente pobre. Resultará un lugar común, pero no deja de ser cierto: siempre los viejos ricos declaran las guerras y mandan a los pobres a pelearlas. Cuando compuse Fortunate Son yo mismo podía ser reclutado y mis compañeros de generación eran enviados a diario a Vietnam. Me enojaba mucho esa situación: la gente con poder e influencias sacaba ventajas. Y eso no está bien.

En los tiempos de CCR no había monitores para los músicos ¿Cómo se escuchaban? Nos oíamos un poco a través del sistema de sonido de la sala y otro poco por nuestros propios amplificadores. Si mirás fotos nuestras en vivo, verás que tocábamos muy juntos los cuatro, aunque fuese en un gran estadio. En lugar de desplazarnos por el escenario nos quedábamos juntos en el medio, como si estuviésemos en nuestro garage. Claro, en aquella época no teníamos 50.000 watts de potencia; apenas unos amplificadores de 100 watts…

Con tu último álbum de estudio “Rides Again” reflotaste el nombre Blue Ridge Rangers, de tu debut solista. Da la impresión que te divertiste eligiendo el repertorio, donde hay colegas ilustres como John Prine, Delaney & Bonnie, los Everly Brothers, Buck Owens… Rides Again tiene temas que me gustan desde siempre, igual que aquel primer disco. La diferencia es que en mi álbum debut después de Creedence grabé todos los instrumentos, mientras que en este último quise trabajar con otros músicos y que todos tocásemos al mismo tiempo, en lugar de poner las partes de cada uno por separado.

¿Qué podés contarnos de tus próximos shows en Argentina? Hoy día siento que he superado mis viejos problemas con la industria musical, tengo a Julie, una gran mujer que me quiere y con quien tenemos una hermosa vida familiar. Creo que tu vida personal es mucho más importante que tu carrera. A la vez, me considero el tipo más afortunado del mundo por la forma en que me han salido las cosas. Me siento muy agradecido de que la gente todavía quiera escuchar estas canciones y las toco con alegría. Por eso, en mis shows de Argentina habrá muchos temas de la época de Creedence, por supuesto, y también varios de lo que llaman mi carrera “solista” que, después de todo, ya supera las tres décadas… (risas). En cuanto a mi banda actual, son todos grandes músicos. Les aseguro que lo vamos a pasar muy bien juntos.

La pregunta del millón: ¿volverías alguna vez a tocar con Stu Cook y Doug Clifford? Antes te hubiera respondido “¡de ninguna manera!” Pero no lo diré nunca más. A medida que envejecés empezás a apreciar todas las cosas de la vida y, ciertamente, yo no tengo, ni por asomo, el enojo o la amargura que tenía 35 años atrás; hoy soy una persona muy feliz. La vida tiene sus propias maneras de cambiar las cosas y nunca sabés lo que te depara el futuro.

Fuente:  Clarín