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Haití se acerca a las elecciones presidenciales amenazada por el cólera y la extrema pobreza

La imparable expansión del cólera, la extrema pobreza y los cuestionamientos a las fuerzas de la ONU instaladas en el país quedaron en el centro de la escena en Haití y, consecuentemente, opacaron las promesas proselitistas de quienes se disputarán la presidencia y los cargos legislativos en las elecciones del domingo 28.

A diferencia de cualquier otro proceso electoral, en Haití la última semana no se verán actos masivos ni caminatas de campaña ni tampoco publicidad abundante de los 18 aspirantes a suceder al presidente René Préval.

Unos 4,6 millones de haitianos están en condiciones de elegir, además de presidente, 99 integrantes de la Cámara de Diputados (la totalidad del cuerpo) y 11 senadores nacionales (un tercio de la Cámara), aunque se estima que el porcentaje de votantes será muy bajo.

Las elecciones llegan tras una sucesión de catástrofes que hundió a la mitad de la Isla La Española -la otra mitad es República Dominicana- en una pobreza aun más profunda: un terremoto en enero, una serie de huracanes después y la epidemia del cólera ahora.

Pasaron apenas 10 meses del terremoto que mató a casi 300.000 personas, destruyó registros electorales, puestos de votación y la mayoría de las sedes electorales. Muchos escombros siguen en las calles y ocultan cadáveres.

Con todo, el Consejo Electoral Provisional (CEP), encargado de organizar los comicios, se esmera en prometer orden. Todos sus comunicados terminan con la misma frase: “El CEP reitera su compromiso de organizar elecciones libres, democráticas, transparentes e inclusivas”.

El desafío no parece menor, en un país que tuvo no más de cuatro elecciones democráticas en sus dos siglos como república y en el que en los últimos 30 años apenas un presidente, el mismo Preval, terminó su mandato completo (el que ejerció de 1996 a 2001), aunque ahora completará también su segundo período.

La misión de observadores de la OEA y los demás veedores internacionales advirtieron sobre la situación de violencia que se vivió en la última semana, sobre todo a partir de las manifestaciones contra la misión de la ONU que debe resguardar la seguridad, a la que muchos haitianos responsabilizan por el brote de cólera.

La Minustah (tropas de paz de la ONU) dejó de patrullar las calles de la capital en las que se registraron las protestas más violentas, sobre todo alrededor del Palacio Presidencial y la Universidad. La organización tiene unos 9.000 efectivos de decenas de países en Haití.

Otras manifestaciones de relevancia ocurrieron en Cabo Haitiano –la segunda ciudad del país-, en Grande Rivière, Limbé, Quartier Morin (al norte del país) y en Hinche (departamento del Centro). Esas protestas dejaron tres muertos, aunque la ONU sólo reconoce uno oficialmente.

En este contexto, la Minustah lanzó el domingo 13 la Operación Bonjour (en español, “buenos días”) en todo el país para “contrarrestar y prevenir todo comportamiento ilegal que amenazaría las elecciones”.

Además, el grupo de conjunto de observadores de la Comunidad del Caribe y la OEA instó a candidatos y partidos a realizar la campaña en “un clima de tolerancia y buena convivencia” para fomentar el respeto y la armonía entre sus seguidores, y advirtió sobre el uso inadecuado del presupuesto estatal para las campañas.

Con un presupuesto de 5,3 millones de dólares y formada por 193 miembros, la misión será la más cara y la más numerosa que estos organismos formaron en su historia, y tendrá como cometido supervisar el proceso electoral hasta la publicación de los resultados.

Para muchos analistas y los pocos medios locales de comunicación que siguen transmitiendo, las elecciones no arrojarán resultados honestos porque es enorme la desmotivación de los haitianos por ir a votar, por lo que la compulsa debería haber sido suspendida, también para que el Estado –o lo que queda de él- dedique sus mayores esfuerzos a atender la emergencia sanitaria.

El otro gran temor es el de la violencia política misma, habitual en el país, entre seguidores de distintos candidatos.

Algunos postulantes denunciaron actos de intimidación contra sus seguidores y otros acusaron al oficialismo de entregar armas a sus partidarios.

Resulta poco menos que increíble que, con un país devastado por las tragedias, las enfermedades y la pobreza, haya aún 18 aspirantes a la presidencia.

Pero lo cierto es que pelearán por la jefatura del Estado Jacques Alexis, de Movilización para el Progreso; Michel Martelly, del Repons Peyizan; Jude Celestin, del gobernante INITE; Leon Jeune, del KLE; Yves Cristalin, del LAVNI; Genaro Joseph, de Solidaridad; Leslie Voltaire, del Ansamn Nou Fou; Charles Baker, del RESPE.

También, Jean Anacacis, del MODEJHA; Eric Smarki Charles, del PENH; Wilson Jeudy, de Fuerza 2010; Chavannes Jeune, de ACCRHA; Garaudy Laguerre, de WOZO; Jean Henry Ceant, de Renmen Hayiti; Gerard Blot, de Plataforma 16; Yvon Néptume, del Haitianos para Haití; Mirlande Manigat, del RDNP; y la independiente Josette Bijou.

Habrían sido 19 si Axan Abellard, del KNDA, no hubiera anunciado anoche su decisión de retirar su postulación, debido a las “pocas posibilidades” de éxito que le asignan las encuestas, y apoyar a la conservadora Mirlande Manigat, de 70 años (esposa de Leslie Manigat, presidente de Haití en 1988, cuando fue electo y derrocado a los pocos meses), una de las mejor posicionadas en los sondeos.

El escrutinio se amenaza complejo, porque sólo para el 7 de diciembre se prevén los resultados preliminares y para el 20 los definitivos. Si ninguno de los postulantes alcanza la mitad más uno de los votos, habrá una segunda vuelta el 16 de enero.