El final para Nani Corleto

El ex puma volvió al país hace casi dos años para replantearse su vida; quería volver a jugar en su club, pero no pudo hacer realidad el deseo y eso contribuyó para que tomara la decisión del retiro.


Nunca se podrán olvidar esas zancadas de galgo en el Stade de France. Su electrizante corrida hacia el in-goal francés en la función inaugural de la Copa del Mundo 2007, el festejo del Topo Gigio y el sepulcral enmudecimiento que provocó su try en París, son imágenes que quedarán eternamente lacradas en la memoria. Hubo otras grandes conquistas en su trayectoria, pero esa colosal anotación marcó el destino de la epopeya Puma y, sin duda, el mejor epílogo para una carrera a la cual acaba de ponerle punto final. Allí empezó a tallarse la medalla de bronce, en una fiesta que iba a tener -según la creencia de todos- otros protagonistas. Ignacio Corleto, junto con el resto de ese grandioso plantel nacional, cambiaron la historia.



«Solamente agradecerles todo el apoyo que recibí esta semana; mails, llamados, poemas? quiero que sepan que me hace muy bien!! En media hora me estoy yendo del hotel hacia la guerra, sepan que haré todo lo posible para traer la victoria a casa, y quería decirles que estaré corriendo con la ´77 en el corazón!!», le escribió Nani a su incondicional grupo de amigos (se unió a la camada 1977, a pesar de que él nació el 21 de junio de 1978), instantes antes de su mejor obra dentro de una cancha de rugby. Pero ya no lo veremos otra vez: «Tomé la decisión, que era lo que faltaba: soy un ex jugador», reveló el ex fullback de CUBA. No fue una determinación sencilla, «me recostó y sé que me llevará un tiempo de adaptación, de asumirlo y ver si fue la decisión correcta», confiesa, a los 32 y a más de dos años de su última presencia como rugbier, sabe que no volverá a jugar.



Aquellas líneas desde la capital francesa no hacen más que autenticar una conducta que lo distingue. La primera muestra de su convicción y de cuáles son sus valores, la dio a los 18 años cuando desistió (en 1997) ser parte del seleccionado argentino juvenil para irse de gira a Sudáfrica con sus compañeros de CUBA. Había sido una de las figuras en el Sudamericano de 1996, pero no participó de la consagración de los Pumitas en el Mundial organizado en nuestro país, último logro en esta categoría. «Mis amigos son esos con los que me fui de gira, y podría decir que ese fue un hecho saliente en mi carrera», rememora el tercero de los hermanos. Con Federico (43 años) y con Nicolás (35) se dio el gusto de jugar en la primera de Villa de Mayo; con Juan Pablo (29) compartió otras cosas. Y los cuatro pelearon juntos ante las adversidades. Primero en 1989, cuando falleció Daniel, su padre, y fines de 2003, cuando partió su madre, Mercedes. Poco tiempo después de este segundo desgarro del corazón, Nani brilló en la final de la liga francesa, consagrándose con el Stade Français.



El desenlace de su vida deportiva llegó luego de una conjunción de situaciones límite. El 22 de junio de 2008, en las semifinales del Top 14 francés ante Toulouse, se cortó el bíceps derecho, al mismo tiempo venció su relación contractual con Stade Français y, además, su mujer (Jazmín) estaba embaraza de Tobías (hoy de un año y seis meses). Entonces, emprendió el regreso a la Argentina, pero sin una resolución sobre lo deportivo. «Estaba cansado del rugby, por eso me alejé y me vine para ver cómo seguía la historia. Quería hacer una pausa, pero con un final abierto», repasa.



Sin embargo, y pese a los intentos por reincorporarse, no encontró un ambiente receptivo para sus ilusiones. «CUBA no me abrió las puertas, aunque tampoco te puedo garantizar que si me recibía, la decisión hubiera sido otra. Pero el conflicto con Benjamín [Nota: habla de Urdapilleta, que emigró recientemente al Harlequins inglés y le impidieron actuar] y el hecho de que se mantenga una resolución ilógica, no me ayudó en lo más mínimo. CUBA es mi club; le entregué tanto y me encuentro con esta postura. La verdad, que no estaba con las ganas de meterme en una lucha política para cambiar las cosas; tal vez, en otro momento de mi vida lo hacía, pero ahora, no», admite con su inconfundible sinceridad.



«Lo veo bien, tranquilo y muy seguro de lo que resolvió. El se fue muy joven a Europa -a los 20 años-, y creo que el físico y la mente tienen una vida útil. Se perdió un montón de cosas por dedicarse al rugby, y ahora tiene sus fuerzas en otros desafíos. ¿Qué recuerdo me queda de él? Lo que hizo en el último Mundial; eso lo describe íntegramente como jugador. Es un tipo con una cabeza ganadora y un ejemplo de sacrificio», remarca su hermano Nicolás, probablemente la persona más influyente en su acercamiento al rugby.



La entidad de Villa de Mayo reaparece en el diálogo cuando Corleto trata de ordenar las cuentas que le quedaron pendientes: «Siempre soñé con volver de Europa y terminar mi carrera en CUBA, jugar en el club los últimos partidos y, de ser posible, retirarme con un título. Pero bueno, son cosas que no se pueden cambiar. Se me cerró esa puerta. Algunas personas te señalan porque te vas al profesionalismo, pero los valores no cambian, y a mi me hubiera encantado despedirme en CUBA».



El seleccionado también siguen en su cabeza: «Extraño todo del rugby. Jugar en los Pumas, jugar en CUBA? extraño esas cosas del rugby y creo que, hasta que no tenga 60 años y me de cuenta que del físico no pueda más, voy a tener ganas de jugar. Es imposible no tener ganas de jugar; siempre me apasionó jugar, pero cuando analizo la realidad, me doy cuenta que no estoy en condiciones. Todo tiene su costo, su cuota de sacrificio, y yo no estoy para hacer el esfuerzo que se quiere para estar en el nivel que quiero estar. No estoy para seguir por ese camino».



Las prioridades cambiaron para Nani , y sus energías están focalizas en «la familia, los amigos y en la Fundación Botines Solidarios. Mi vida ahora pasa por ahí, por los afectos y ese proyecto, que es en lo que creo y lo que quiero. Esa es mi devolución al rugby y sus valores; quiero desarrollar el rugby social en la Argentina, transmitirles a muchos chicos lo sano que es esto, que conozcan este maravilloso deporte y sus principios».



Aunque de alguna manera todavía tiene contacto con los tackles, en su futuro no contempla ser entrenador: «Siempre fui un apasionado de jugar, nunca fui tan fanático de todo lo que rodea al rugby. Lo digo en el buen sentido; yo sólo quería jugar, no me gustaba ver partidos y esas cosas. Por eso, no me veo como entrenador, pero sí colaborando en Botines Solidarios. La pasión la sigo teniendo, y siempre va a estar; por eso no puedo desligarte del todo. Cada uno de los que se retiran, canalizan esa pasión que nunca se apaga de distintas maneras, y yo estoy orientado por completo a la fundación».



En el largo período que se dedicó para afrontar el adiós de la actividad, a Corleto lo tentaron con propuestas del exterior, pero ninguna tan real como para seducirlo por completo: «Me acercaron ideas de Francia y de Sudáfrica, pero, en verdad, nadie puso un contrato sobre la mesa. Tampoco yo lo busqué desesperadamente; si llegaba algo del cielo, lo hubiese evaluado». El legado rugbístico lo moldeó y ése será su mejor tesoro: «Es infinito lo que me dejó el rugby. Pero, fundamentalmente, tengo que destacar los amigos y los valores; después aparecen una enorme cantidad de recuerdos, como el hecho de vestir la camiseta de los Pumas, jugar Mundiales, los terceros tiempos, viajes, giras, jugar en Francia?» Nani dejó caer el telón, pero está en paz porque lo reconforta la certeza de que se brindó por entero. Y los que disfrutamos de su talento, también sabemos que así fue.



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Test-matches disputó Corleto para los Pumas; debutó ante Japón (1998) y su último partido fue el cotejo por el 3er puesto en la Copa del Mundo de 2007. En el seleccionado, apoyó 14 tries y convirtió un drop; estuvo en las Copa del Mundo de 1999, 2003 y 2007. Jugó para los Pumitas en 1996, y para el Sub 21 en 1997 y 1998. También actuó en el Mundial de Seven de 2001.






Fuente: La Nación