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SEMBLANZAS (XXVI): Los sueños

«Las identidades se funden y solo queda la esencia que muy pocos respiran en otros sueños». Por Jorge Daniel Amena, exclusivo para radiofueguina.com

SEMBLANZAS


Por Jorge Daniel Amena (*)



LOS SUEÑOS



Los sueños nos ayudan a seguir viviendo.


Sueños dentro de la secuencia reparadora o sueños que lo enredan a uno en la ropa de cama como si se tratara de una mortaja.


Algunos los llaman pesadillas, otros no hacen más que pasar el día en blanco en medio del silencio, que a veces aturde.


Los sueños entonces, se vuelven amarillos, rojos, verdes, o sepia cuando los sueños atrasan y se dirigen a aquellos mundos del Nunca Jamás.


Los sueños son espejos que deforman, anticipan o retrasan la realidad cotidiana.


Algunos sueñan con tener una zapatilla de marca reconocida y al otro lado del mundo alguien sueña con tener los pies que una mina antipersonal se llevó por los aires.


Los pobres sueñan con dejar de serlo y los poderosos, con la pasión de Cecil Rodhes, sueñan con que exista vida y territorios en otros mundos para poseerlos.


Algunos imperios buscan salvar a los pueblos de si mismos. Así fueron salvados Las Filipinas, Cuba, Puerto Rico, Honduras, Colombia, Panamá, República Dominicana, Hawai, Guam, Samoa, Irak, Afganistán y casi todos los países africanos…


Eduardo Galeano, citando al escritor Ambroise Bierce comprobó: “La guerra es el camino que Dios ha elegido para enseñarnos geografía”.


Alguien dijo: “Estamos civilizando África a través del Comercio”… en realidad debió decir que su sueño se traducía de diferente manera, es decir: Estamos Comercializando África a través de la civilización.


Y como siempre “la lira acompañando al cañón” (…)


“Asume la carga del hombre blanco


Envía a tus hijos mejores


Oblígalos al exilio


Al servicio de las necesidades de tus cautivos


Aceptando el pesado yugo


Que te imponen tus recién capturados pueblos,


Salvajes rencorosos,


Mitad demonios, mitad niños”



No se andaba con chiquitas Rudjar Kipling, quien nació en Bombay pero se olvidó de todo y soñaba con el imperio ajeno.


A veces uno sueña que está soñando, o sueña despierto que está durmiendo mientras sueña, y lo onírico se convierte en aquellas viejas latitas de té donde había una imagen de una viejita, que se metía hacia dentro de si misma, una y otra vez, hasta desaparecer.


Los sueños placenteros duran nada, en curiosa representación de la realidad del despierte, y muchos despertares tampoco duran demasiado en realidad.


El Universo se expande y uno se empequeñece.


Las identidades se funden y solo queda la esencia que muy pocos respiran en otros sueños; que serán a la vez soñados por gentes que jamás conocieron ni conocerán.


Soñamos con el éxito arrimando el concepto de abundancia y perpetua prosperidad, y tenemos pánico al fracaso y se patentiza en nuestros sueños. ¿Que fracaso?


“Al parecer nada es suficiente para quien lo suficiente es poco”. Somos materia desarticulable amalgamada por el insustancial y trascendente ritual de los sueños, al que accedemos cada noche, recurrentemente, morir por un rato para resucitar aunque sea por un tiempo.


Evidentemente, Calderón de la Barca sabía lo que escribía, lástima no habernos enterado qué cosas soñaba. Seguramente, no soñaba con ser el autor del libro de texto obligado de cuarto año del Colegio Nacional.


Bueno, todo no se puede.



(*) Escritor- Abogado Constitucionalista – ex Legislador provincial y Convencional Constituyente provincial, colaborador permanente de la ONU para Asuntos de Africa.



(Se autoriza la reproducción, citando la fuente. Rogamos informar acerca de su publicación.)



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