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La planta de metanol y las miserias de la política

La triste realidad de la zona Norte puede ser revertida en forma promisoria si se lleva a cabo el proyecto de industrialización de hidrocarburos. Pero, desde la miseria política, algunos parecen dispuestos a todo para tirar abajo el sueño.


Muy pocas veces desde que la Provincia existe, se ha hablado de un proyecto político integral de desarrollo. Pero cuando ello ocurrió, hubo coincidencia unánime en que Tierra del Fuego tiene dos perfiles claramente diferenciados: Un territorio al sur de la cordillera, bendecido por su condición geográfica que la convierte en atractivo mundial para el turismo Premium y una zona Norte castigada por la geografía, aunque rica en petróleo y gas como sus únicos recursos naturales.


Así, Ushuaia goza de ingresos de divisas permanentes en monedas tan fuertes como el dólar y el euro y es muy poco lo que debe hacerse excepto esperar que lleguen los turistas atraídos por una fama legendaria, a dejar (afortunadamente) ganancias extraordinarias para los empresarios que explotan el turismo y para la comunidad ushuaiense en general.


Río Grande -en claro contraste- poco o nada ve (excepto algunos cientos de puestos de trabajo) de la actividad hidrocarburífera, espera tristemente el envío de magras regalías y lucha estoicamente por la subsistencia de sus fábricas electrónicas y textiles, con toda la carga de inestabilidad y crisis cíclicas que ello significa.


No haber vivido esta realidad en ambas ciudades hace difícil entenderla y esto es natural para cualquier ciudadano pero una negación fatídica en funcionarios de cuya acción y pensamiento depende en grado sumo el futuro de toda la provincia como integridad.


Gobernar (o administrar y legislar) implica entonces conocer a fondo la realidad económica y social para adoptar posturas coherentes, en tanto la ignorancia (real o fingida) puede terminar atentando gravemente contra la comunidad toda y sus esperanzas.


Esta obligación parece ser la que han pasado por alto algunos personajes políticos cuya trayectoria y su vida política han transcurrido por décadas en Ushuaia y de pronto se trepan a un discurso tan sórdido y demagógico como pernicioso por el daño terrible que implica para una sociedad que espera agobiada realizaciones que reviertan el estancamiento casi terminal que hoy padecemos.


Dos diputadas (una electa y la otra en funciones) cuya llegada al Congreso Nacional no se debe precisamente a los votos obtenidos en una Río Grande que casi no las conoce personalmente, han emprendido una cruzada incomprensible en contra de la instalación de la planta de metanol, cuya radicación no le costaría un centavo el Estado, según se ha informado.


Debe advertirse, en primer lugar, que este proyecto (que impulsan capitales privados con el irreprochable apoyo del gobierno Chino, según consta) es el primer intento genuino en décadas, que tiende a otorgarle valor agregado a los hidrocarburos que se extraen de la tierra y que sólo dejan migajas de su utilidad para provecho de los fueguinos.


La planta de metanol concretaría la siempre prometida alternativa de generar una industria sustentable en torno al único recurso natural importante del norte de la Isla, después de que sucesivos gobiernos y sus funcionarios corruptos prometieran en vano supuestos emprendimientos que sólo implicaron un millonario latrocinio, generando importantes beneficios económicos solamente para los inescrupulosos ideólogos.


Este proyecto de industrialización, con un horizonte a largo plazo, y devenido en auténtica esperanza para los riograndenses ha encontrado en estas dos legisladoras nacionales una oposición desmedida, colosal, (aun cuando ninguna de ellas ha expuesto argumentos claros acerca de su postura) a todas luces dañina a las esperanzas de los riograndenses.


Yendo mucho más lejos, una de ellas ha impulsado que uno de sus acólitos en el Concejo Deliberante de Ushuaia pretendiera forzar una sesión para expresar el “repudio” del legislativo capitalino al emprendimiento que tanto esperan y necesitan los ciudadanos del norte de la provincia. Una pretendida intromisión, impúdica, inaceptable y temeraria que, por fortuna, no puede prosperar gracias a la cordura del resto de los ediles.


¿Qué pasaría si, por ejemplo, el Concejo Deliberante de Río Grande se reuniera para exigir que no atraquen más cruceros en el puerto de Ushuaia porque dañan el medio ambiente? Sería tan ridículo e imprudente como lo que ha pretendido este edil ushuaiense, obediente de las órdenes de su jefa y líder partidaria, pero ignorante absoluto de la realidad de la provincia y hasta de la situación que sufren los vecinos de una Río Grande que jamás visitó ni conoce.


Debe advertirse el peligro del accionar político de estos personajes, impregnados de soberbia y mezquindad partidaria, al punto de perjudicar enormemente hasta la imagen misma de seriedad de un pueblo que espera de las inversiones extranjeras para salir de la crisis en que los mismos políticos la han sumido.


En tiempos de la añorada Tennesse, Río Grande supo de los beneficios de la inversión privada para el desarrollo de la región. La nueva planta de fabricación de metanol y urea que proponen inversores chinos promete recrear aquella etapa de progreso, y es necesario defender a ultranza el proyecto, tanto como vigilar en qué condiciones de legalidad se lleva adelante.


Es cierto que debe exigirse al gobierno absoluta transparencia y claridad en la concreción de convenios y acuerdos que, en aras de atraer inversiones, pudieran poner en juego la legalidad o la conveniencia del negocio. Pero eso no quita que debamos cuidarnos celosamente del accionar demagógico y dañino de personajes de la política que hasta parecen deseosos de castigar a los riograndenses, frustrándoles un proyecto importante y promisorio, solo por no haberlos bendecido con su voto.


El proyecto de la planta de metanol debe ser defendido a ultranza por los riograndenses, que deben permanecer alertas y vigilantes para que se lleve a cabo. El Concejo Deliberante y sus entidades intermedias ya debieran haber manifestado su interés en que el mismo se cristalice en condiciones totales de transparencia, sustentabilidad y conveniencia económica y ambiental.


No se puede dejar librado asunto tan trascendente a los posibles errores de los funcionarios actuantes y mucho menos a la mezquindad o la ignorancia de grupos políticos partidarios a los que poco les importa la suerte de la castigada zona norte, y sólo se interesan por el lugar donde verdaderamente tienen asentado su coto de caza de votos con los que edifican su endeble castillo de poder.