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Patente de bruto, ignorante o sobornado

Lo que se transcribe es una nota editorial publicada en el porteño periódico “perfil”. Es uno de los más arteros y agresivos ataques que se recuerde en el periodismo, contra una comunidad en particular. No sólo es necesario leerlo, sino también reaccionar ante ello.


Escritos desde la burbuja en que se convierte para muchos comunicadores vivir en la Capital Federal, muchos artículos periodísticos caen en yerros o mentiras provocados por la ignorancia y el desconocimiento sobre la realidad que se vive en la vasta y heterogénea República Argentina.


No es normal, sin embargo, que medios de supuesto prestigio caigan en agravios discriminatorios que echan un manto de artero desprecio por comunidades enteras residentes en provincias que, por distantes del obelisco, parecen propicias para el insulto impune y la burla procaz.


En esta ocasión (sin embargo) y en el marco de la subvertida discusión por la imposición de gravámenes a los artículos electrónicos importados, muchos políticos, empresarios, dirigentes empresariales y periodistas se han mostrado particularmente dispuestos a tomar partido, haciendo afirmaciones y lanzando imputaciones sorprendentemente erradas, aunque útiles para su argumentación, por falaz que sea.


Algunos llevados por la simple compulsión que los anima a opinar de todo, aun lo que ignoran totalmente. Otros, alentados por un provecho comercial o político o por una propina infame que los convierte en amanuenses de intereses ajenos, lacayos de empresarios que no conocen o sostenedores de banderas mancilladas por la inmundicia del soborno.


Estas actitudes son dignas siempre de rechazo pero repudiables al extremo cuando se expresan como mensaje editorial de medios masivos de comunicación que por su inserción y chapa de creíbles son capaces de infundir como verdad en la opinión pública mentiras aleves, desbordantes además de discriminación contra una provincia entera.


La nota que se transcribe más abajo conforma el paquete de columnas de opinión, en la sección editorial del porteño periódico “perfil”, propiedad de Jorge Fontevecchia, respetado quizás más por el renombre de los periodistas que conforman su staff que por la propia línea editorial del periódico.


Bajo la firma del columnista Daniel Link, la nota titulada “Patente de brutos” resulta una apología de la ignorancia, del odio al país interior y de la falsedad más cruel, bajo el supuesto de la defensa de un interés económico que, quisiéramos creer, no es el del propio columnista.


Es que tamaño ataque, semejante hilación de agresiones, sólo se pueden explicar por la ignorancia más dañosa, la torpeza más cruel para describir la realidad o el lavaje de cerebro producto del más vergonzante soborno. Preferiríamos pensar que no se trata de esto último.


Quisiéramos también creer que alguna autoridad fueguina, algún representante de los intereses de toda la provincia pedirán las explicaciones del caso al diario responsable de tan infamante libelo.-



La nota del diario “perfil”


Patente de brutos


Por Daniel Link


El honorable Congreso de la Nación se apresta a sancionar con fuerza de ley el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo Nacional que penaliza el consumo de tecnología mediante un aumento impositivo que oscila entre el 15 y el 40% para aquellos productos que no se fabriquen en Tierra del Fuego donde, como todo el mundo sabe, no se fabrica absolutamente nada.



| 28.08.2009 | 23:40 El honorable Congreso de la Nación se apresta a sancionar con fuerza de ley el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo Nacional que penaliza el consumo de tecnología mediante un aumento impositivo que oscila entre el 15 y el 40% para aquellos productos que no se fabriquen en Tierra del Fuego donde, como todo el mundo sabe, no se fabrica absolutamente nada sino que se embalan prolijamente los cachivaches y chirimbolos que llegan de las Chinas y, a lo sumo, se ensamblan partes que vienen, también, de allende los mares.


Lo que el mundo no termina de comprender es la razón de un proyecto reaccionario por donde se lo mire, que hace de la tecnología un bien suntuario y no una herramienta de trabajo, un util pedagógico o una estrategia para el diseño de lazos comunitarios.


¿Se tratará, como muchos ya se han apresurado a señalar, de un episodio más de la corrupción que parece ser la lepra de nuestra sociedad? ¿O es que, ciertamente, los estamentos políticos han decidido sacar patente de brutos, que no sólo ignoran todo sobre el tiempo y la cultura en los que les tocó actuar públicamente sino que además sostienen un resentimiento de bestias primitivas ante todo aquello que supere la tecnología del bótox? ¿Necesidades de caja?


El efecto del proyecto que ya cuenta con media sanción parlamentaria y que la Cámara de Senadores votará en septiembre no hace sino ampliar la brecha digital pero, especialmente, el abismo entre ricos y pobres. Los primeros podrán comprar sus laptops, sus cámaras digitales, sus teléfonos y cualquier otro dispositivo que se invente en cualquiera de sus viajes por venir. Los otros, los que han quedado condenados a los goles gratis como única forma de autocomprensión y de desarrollo personal, ya no podrán acceder a aquello que constituye el horizonte inmediato de inscripción cultural: la tecnología. Mientras en países menos autocomplacientes con los lugares comunes más vulgares del discurso y el colágeno político se analiza el ahorro energético de las nuevas tecnologías (entre el 30 y 40 por ciento si se actualiza el parque instalado de PCs) aquí, bolivarianamente, lo atamos todo con alambre (embalado en Tierra del Fuego).



(Link relacionado: diario perfil)