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Multitudinario adiós a Alfonsín en el Congreso

Miles de personas, políticos, funcionarios y dirigentes de todos los sectores se acercan para despedir al ex presidente. Se dispuso que las puertas estén abiertas toda la noche y hasta mañana al mediodía, cuando los restos sean llevados al cementerio de la Recoleta. Rige el duelo nacional dispuesto por el Gobierno.

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(Buenos Aires, abril 1 de 2009) – Miles y miles de personas, extendidas a lo largo de una cola serpenteante, despiden los restos del ex presidente Raúl Alfonsín en el Congreso, en lo que que constituye el velatorio público más importante desde la muerte del general Juan Perón, en 1974.

A las 14.00, una mujer relató a un periodista que estaba en la fila india desde las 11.00, en el momento en que se aprestaba a ingresar al salón Azul del Congreso, donde velaban al ex jefe de Estado.

Los argentinos se podían acercar -y observarlo sin detener la marcha- hasta dos metros de donde estaba el cuerpo yaciente del primer Presidente de la democracia recuperada.

La cola se organizaba en la esquina de Rivadavia y Callao y se estiraba dos cuadras hasta la calle Perón, punto en el que regresaba pegada a la otra fila hasta el vallado de ingreso.

Las colas sumaban ocho a primera hora de la tarde y se extendían como una serpentina a lo ancho de la avenida Callao.

Cada diez minutos, los aplausos y los vivas a Alfonsín despertaban el silencio respetuoso de los ciudadanos que querían ver por última vez al político que los emocionó en la campaña electoral de 1983.

Los símbolos radicales se dejaban ver en filas apretadas de mujeres y hombres de la clase media argentina, sector que había encontrado en Alfonsín a su representante más lúcido.

«Sos nuestra bandera», decía la remera de un joven de la Franja Morada, agrupación universitaria del radicalismo. Debajo de la leyenda, la foto de un Alfonsín en plena arenga política.

La presencia juvenil en el velatorio fue ostensible, aunque también se vieron muchos rostros en edad madura, que seguían al líder radical desde las jornadas previas al triunfo electoral frente al peronismo en el ’83.

«Parece mentira que una noticia como la de Alfonsín haya tapado al fútbol», decía un veterano a otro en la espera para saludar al tercer presidente que aportó el radicalismo en el siglo veinte.

La fila caminaba con lentitud, pero antes de que se convirtiera en pesadez, alguien comenzaba a aplaudir y a gritar «Alfonsín, Alfonsín» y la multitud acompañaba con unción.

Al llegar al vallado que guiaba hacia la entrada del Congreso, aparecían los carteles desplegados por los militantes radicales, donde sobresalía en gran tamaño el de «Sos nuestra bandera. Los hijos de la democracia».

La cola subía por la entrada de automóviles del Palacio del Congreso, daba la vuelta delante del féretro y bajaba por la escalinata principal.

La jornada de sol y buena temperatura ayudó, en un día laborable, a que miles de argentinos pudieran concurrir a dar el adiós final a uno de los políticos más importantes de la historia moderna.

La fila interminable de argentinos, que a lo largo de un día se convirtió en multitud; la presencia constante de políticos y de personalidades de todos los sectores sociales, hicieron recordar el día en que Perón fue velado en el mismo lugar, en 1974.

Otro sepelio multitudinario de la política argentina fue el que recibió Eva Perón, en 1952, cuando la ceremonia se extendió a lo largo de dos semanas.

Ante la percepción de que el entierro de Alfonsín podía congregar a miles de personas, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dispuso la colocación de baños químicos, ubicados en los alrededores del Congreso.

La Policía Federal estableció un cerco de circulación peatonal, que iba por Entre Ríos y Callao, desde la avenida Belgrano hasta Perón.