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En su departamento de la Capital Federal murió hoy Raúl Ricardo Alfonsín, quien fuyera Presidente de la Nación entre 1983 y 1989, a quien se lo ha reconocido como «Padre de la Democracia» en la Argentina moderna.
La información de su fallecimiento fue confirmada por la propia familia en la puerta del edificio donde vivió el histórico dirigente radical, sobre la avenida Santa Fe.
Según informó su médico, Alberto Sadler, el cuadro del ex mandatario se agravó el último fin de semana, con una fuerte “neumonía broncoaspiratoria”. A partir de ese momento, el equipo que lo asistía impulsó una terapia especial para trabajar en la oxigenación y combatir una imposible afección pulmonar.
Desde el fin de semana hasta hoy, dirigentes políticos, religiosos y distintos allegados a la familia llegaron hasta el departamento para interiorizarse sobre el estado del ex Presidente y trasladarle su afecto a la familia.
La presidente Cristina Kirchner se comunicó telefónicamente -desde Qatar, donde participaba de una reunión de mandatarios- con Ricardo Alfonsín, uno de los seis hijos del ex jefe de Estado, para hacerle llegar su preocupación por la gravedad del cuadro clínico.
El entorno del otrora senador nacional, último cargo público en el que se desempeñó, autorizó al gobierno de Cristina Kirchner a realizar una despedida con honores. La opción principal es el Salón Azul del Congreso de < ?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />
El Poder Ejecutivo tendrá el deber de decretar finalmente dónde será el velatorio y otras cuestiones tales como la cantidad de días por los cuáles se decretará el luto nacional, a través de los denominados “decretos de honores”.
Además, deberá fijar las precedencias protocolares para invitar a los distintos referentes políticos de todo el mundo que llegarán al país en las próximas horas para despedir los restos de Alfonsín.
Según trascendió, la familia del dirigente radical estaría dispuesta a extender el velatorio hasta que la propia presidente Cristina Kirchner retorne al país, ya que se encuentra en Londres participando de
Un símbolo del retorno a la democracia
Si algo caracterizó a Raúl Alfonsín a lo largo de toda su vida política fue la firme convicción de que el radicalismo, al que ingresó a los 20 años cuando estudiaba abogacía, debía apostar siempre al poder más allá de los conflictos internos partidarios y las discusiones de comité.
De hecho, esta visión de que
Con esta premisa, ocupó su primer cargo público a los 27 años, al ser elegido concejal en su pueblo natal, Chascomús.
Fue diputado provincial y diputado nacional, ocupó distintos cargos de la dirigencia partidaria y llegó a
Previamente, había sido parte activa de
A la presidencia de
Alfonsín ya se había enfrentado a Ricardo Balbín en 1972 en una interna que perdió.
La campaña electoral que finalmente le dio el triunfo derrotando al justicialista Italo Luder, la basó en tres puntales que en ese momento consideraba estratégicos: la denuncia de un presunto pacto «militar-sindical»; la mención al Preámbulo de
Alfonsín le ganó a Luder con el 51,75 por ciento de los votos contra el 40,16.
Sin duda, el juicio a
El juicio comenzó en abril de 1985 y finalizó en diciembre de ese año, cuando antes del veredicto el fiscal Julio Strassera pronunció el célebre «Nunca Más».
Estos hechos no podrán ser borrados pese a las Leyes de Punto Final, dictado en diciembre de 1986, y Obediencia debida aprobada como consecuencia del levantamiento «carapintada» en Semana Santa de 1987, ambas derogadas durante la gestión de Néstor Kirchner..
De todas maneras, el líder radical mantuvo hasta el fin de sus días el argumento de que esa decisión, aunque dolorosa, fue la que permitió salvar la democracia.
Fueron justamente los levantamientos militares, sumados a fallidos planes económicos, a las recurrentes huelgas generales y, finalmente, una galopante hiperinflación, los que horadaron el poder de Alfonsín y lo forzaron a abandonar su cargo cinco meses antes del fin de su mandato.
También, en enero de 1989, Alfonsín se enfrentó a la toma del cuartel de
Alfonsín siguió cosechando respeto y reconocimiento como líder democrático, lo que lo colocó en un lugar de privilegio en la vida política argentina.
De hecho, el 2 de julio pasado, el ex presidente fue declarado «Ciudadano Ilustre» por
Quizás nadie mejor que él pudo resumir cómo lo recordaría la historia: «Eso déjelo que lo conteste la historia, pero nunca habrá nada de qué acusarme. Estoy con la conciencia tranquila», le respondía Alfonsín a un periodista cinco años atrás.
Desde la recuperación de la democracia, los caminos que fue transitando el radicalismo estuvieron en buena medida guiados por sus pasos.
De hecho, en 1993 selló el llamado «pacto de Olivos» con el entonces mandatario Carlos Menem, lo que abrió las puertas a
Luego, fue uno de los impulsores de la denominada Alianza (el entendimiento entre
Tras el fracaso y la caída de este gobierno, Alfonsín, aun sin ser el presidente del radicalismo, procuró pilotear la crisis partidaria.
Desde ese rol, supo mantener un estrecho diálogo con el presidente de la transición, Eduardo Duhalde, y luego con el presidente Néstor Kirchner.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo visitó en su casa en los últimos días de vida, y allí conversó con el ex presidente sobre diversos aspectos de la política.
«Siempre es grato conversar con Alfonsín», dijo en forma al retirarse de su domicilio.
Esta vez, la salud a Alfonsín le jugó una mala pasada. Sin embargo, su fortaleza física ya había quedado demostrada hacía nueve años, cuando milagrosamente logró sobrevivir de un grave accidente automovilístico que lo mantuvo internado y con su vida en jaque durante casi cuarenta días.
Imagen: Discurso de Raúl Alfonsín en el cierre de la campaña electoral en el Obelisco porteño ante más de un millón de personas.(26/10/83)
(Foto archivo Télam)
Audio: José Ignacio López (ex vocero presidencial)
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