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Fabiana Ríos opinó sobre la renuncia al ARI de Senadores fueguinos

Tras la decisión de José Martínez y Rosa Díaz de apoyar el adelanto electoral, la gobernadora de Tierra del Fuego aseguró a medios nacionales que no ofreció ni pidió nada al Gobierno.

«Estoy en medio de una balacera», se quejó amargamente la gobernadora fueguina Fabiana Ríos a sus íntimos a mitad de la mañana de ayer, cuando la noticia ya había corrido por los medios de comunicación locales y amenazaba con convertirse en un escándalo. < ?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />

Los senadores de su provincia, José Martínez y María Rosa Díaz, hicieron público lo que le habían insinuado a mitad de la semana anterior: que renunciarían al ARI fueguino luego de votar hoy en favor del Gobierno el adelantamiento de las elecciones nacionales.

«Nos vamos porque te queremos ayudar», le dijeron. No la convencieron ni menguaron su enojo, aunque cree que la decisión de los senadores la beneficia en algún sentido. «Blanquearon dónde están parados», comentó a sus asesores de confianza.

En un brevísimo diálogo con < ?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />LA NACION, Ríos sólo dejó en claro que no hubo de su parte promesa alguna al Gobierno. «Ni ofrecí ni pedí nada. Es todo lo que voy a decir», aclaró, con tono firme.

Según cuentan quienes la tratan a diario, la gobernadora se siente tironeada por el Gobierno, que le otorga fondos a cuentagotas (la semana pasada le cedió 30 millones de adelanto de coparticipación), pero le exige alineación estricta a sus políticas.

Incómoda por algunas posturas públicas de su admirada referente nacional, Elisa Carrió, que la obligan a sostener un rol opositor en una situación difícil para su provincia. Obligada a hacer equilibrio dentro del ARI fueguino, dónde predominan posturas combativas y de reclamos salariales, y a la vez conciliadoras con la Casa Rosada.

«Es increíble, tengo que sacar patente de buena conducta con el oficialismo y con la oposición», le comentaba Ríos con tono preocupado a un allegado.

Comenzó a darse cuenta del mazazo que se le venía días atrás, cuando la conducción de ARI local -leal a la gobernación- aprobó rechazar el adelantamiento de los comicios. Los diputados fueguinos Leonardo Gorbacz y Nélida Belous acataron lo resuelto, aunque tenían bajo sus cabezas la amenaza de Carrió: los echaría y les quitaría el nombre de ARI (que siguen usando también los senadores) si votaban con el Gobierno.

Martínez, apodado «pan crudo» por su tez blanca, nunca tuvo buena relación con Ríos ni con Carrió. En 2007 anunció que votaría a Fernando «Pino» Solanas en un congreso partidario. Su sector, vinculado a ATE, motorizó paros y protestas contra el propio gobierno fueguino. Ayer apareció por los canales cercanos al Gobierno afirmando que «la oposición por la oposición misma es contraria con el mandato popular».

«No hay discusión política, cada uno busca su interés mientras el país se cae a pedazos», afirmaron cerca de la gobernadora. Desde ese sector -al igual que desde la conducción nacional de ARI- sospechan de una movida política de los senadores para oficializar su cercanía al poder nacional.

Sin apoyo de los medios de comunicación (enojados por la disminución de la pauta oficial) y sin vicegobernador por la renuncia de Carlos Bassanetti, Ríos prefirió el silencio y no atacó a los senadores díscolos. ¿Por qué? los aristas díscolos manejan a 5 de los 6 legisladores que ARI tiene en la legislatura fueguina.

Tampoco hará nada para que Carrió sea perjudicada, pero su margen de maniobra es mínimo. «No quiero más frentes abiertos», habría explicado la gobernadora a modo de confesión de su accionar.

Fuente: La Nación