Publicado en

Llega “El Conquistador del Fin del Mundo”

El viernes comenzará el nuevo reality de supervivencia de Canal 13. Son ocho hombres y ocho mujeres divididos en dos equipos, pero sólo una persona será la ganadora de los 50.000 pesos del premio. Habrá además deportes extremos en lugares paradisíacos.

Así como alguna vez se vio con Expedición Robinson, la pantalla chica tendrá nuevamente aventura fusionada con toques de registro documental, convivencias atractivas al ojo humano y la vieja idea inspirada, en el espíritu de Robinson Crusoe, aquel personaje que debía reconstruir un ámbito «civilizado» para sobrevivir. Claro que a esta Esquel de tonos enfurecidos por el verano y días eternos (hasta 17 horas de luz natural), no han llegado náufragos, sino 16 participantes ávidos del ambicioso título de «Conquistador del fin del mundo». No habrá celulares, ni relojes, ni lujos propios de la vida moderna. El más fuerte -o astuto- será vencedor del reality argentino cuyo formato fue vendido al mundo en la era en la que, como dijo Gabriel García Márquez, «no hay nada que interese más a la gente, que lo que le pasa a otra».

Algo así como heredero de Expedición… (versión norteamericana de Survivor), El conquistador del fin del mundo (desde el viernes a las 22.30, Canal 13) es un ciclo producido e ideado por Promofilm, cuyo derroche visual tendrá eje en La Patagonia, más precisamente en esta ciudad centenaria de 35.000 habitantes. Desde hace días, la «escenografía» natural está salpicada de cables, micrófonos, luces, sonidistas, camarógrafos y productores que graciosamente intentan ser «invisibles» al grupo. En la Laguna La Zeta -a unos 5 kilómetros de la ciudad de Esquel-, Fabián Mazzei hace sus primeras armas como conductor. Una asistente le exige que se hidrate, mientras moja sus cabellos para darle, probablemente, una impronta más salvaje. En minutos, las primeras postales del juego: dos participantes que han estado pescando para reconfortarse con una cena distinta (sólo se les provee de polenta, atún, arroz, fideos y frutas secas que deben racionar) arriban sonrientes con un enorme pescado entre manos.

<br><br>

Por lo bajo, todos hablan de «la asamblea nocturna».

<br><br>

A lo lejos, una combi blanca estacionada a metros del paraíso verde y turquesa sobresale por la ausencia de cristales, reemplazados por un nylon oscuro a modo de ventanillas polarizadas. Se trata del vehículo que transportará a los participantes de un punto a otro de Esquel, para que no tengan contacto con el «mundo exterior». Aunque cuesta creer que así será en su totalidad, ya que un equipo de producción entrenado para no entablar una charla con los concursantes los sigue en todo momento. Unos y otros intentan ignorarse. A unos kilómetros, la famosa asamblea está por comenzar: como si se tratara del confesionario de Gran hermano, pero ambientado en un marco de vegetación, humo, canto de pájaros, hoguera y tótem, el equipo uniformado con polar azul, sentado en un enorme tronco, deberá elegir al candidato a batirse a duelo. Caras de preocupación en primer plano. Alguien canta pintoresco «Vuelvo cansado a la casita de mis viejos…/ Mis veinte abriles me llevaron lejos…». Las decisiones están tomadas y entonces los sentimientos salen a flote. Las caretas se caen. Como en todo reality, claro está, aparece el egocéntrico, el sometido, el líder, el traidor… El verdadero juego arrancó. Al día siguiente, por fin, la adrenalina: de un viejo puente dos participantes quedan suspendidos a unos 20 metros de un espejo de agua cristalina. Da la impresión de que los monstruosos equipos y las cámaras van a caerse al precipicio. Una psicóloga merodea la zona, lista para contener a los mortificados. Dos jóvenes del mismo bando se palpan uno a otro para encontrar un cascabel escondido. Quien acierta con los ojos vendados, disfruta de su venganza: en segundos cortará la cuerda de su compañero. La temperatura del agua es de cinco grados. Se escucha una interjección de pena, pero habrá que acostumbrarse al espíritu del programa.

Cerca de dos millones y medio de pesos invirtió Promofilm en el ciclo que congregó a multitudes para el casting (hombres y mujeres de 21 a 60 años), incluyendo a jóvenes hambrientos de segundos de fama, quienes ni siquiera habían caminado cinco kilómetros seguidos en sus vidas. «Muchos tienen un ideal de lo que es vivir La Patagonia cuando se anotan, pero enseguida se advierte que no son aptos para una experiencia así», cuenta el director Santiago Sánchez, quien promete que los envíos mostrarán «cómo funciona la cabeza en un marco así».

<br><br>

El mecanismo del juego

<br><br>

Dos equipos (Los Pumas y Los Cóndores, conformados por cuatro mujeres y cuatro hombres cada uno) se someten a competencias constantes, y el perdedor afrontará una eliminación. Serán los propios compañeros de equipo quien nominarán en asamblea a uno para que se bata a duelo con otro de su bando, elegido por la figura del capitán. En el medio, los desafíos extremos (disciplinas como rafting, cuerdas, carrera de obstáculos, remo, trekking) y la posibilidad de obtener beneficios para ponerle un poco de confort a un campamento realmente austero.

<br><br>

El destino final será Tierra del Fuego

<br><br>

Para armar su refugio, los equipos reciben un kit de maderas, clavos, martillo y hacha. Ambos clanes arrancan sin fuego, por lo que deberán ganárselo. ¿El premio final? 50.000 pesos.

«Después de siete años en los que no hubo programas de estas características, la gente puede llegar a engancharse bien. Robinson era más lineal, en cambio este programa va a mostrar más vueltas de tuerca», explica como un aventurero más, enfundado en su ropa de montaña, Luis Fernández, productor ejecutivo.

El conquistador ya había tenido su versión internacional en 2003, cuando se emitió en cuatro países de Latinoamérica y el mercado hispano parlante de Estados Unidos. La conducción -junto a otros animadores extranjeros- fue de Julián Weich.

Si la final de Survivor llegó a tener en Estados Unidos la misma atención que un Super Bowl o la entrega del Oscar, no sería raro que en una TV de verano, con escasas propuestas fuertes, El conquistador llegara casi a tantas pupilas como un Boca-River. «Gusta tanto porque es una aventura y además un gran teleteatro», definieron acertadamente alguna vez los hacedores de Survivor. Habrá que ver si el invento local tiende a ser más una competencia televisada o, justamente, una suerte de «teleteatro» de la vida misma.