Pese a su nombre, su aspecto no tiene nada que ver con el de un humano.
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Sabina, la robot mexicana

El software desarrollado por expertos del centro Conacyt, posibilita que el autómata sea capaz de aprender con la guía del usuario.

El software que desarrolla un experto de este centro Conacyt posibilita que el autómata sea capaz de aprender con la guía del usuario.

“Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si dañan a otra persona”, reza la máxima, con el propósito de hacer realidad la segunda ley de la robótica, el mexicano Eduardo Morales Manzanares desarrolló autómatas con inteligencia artificial que no requieren de personal especializado para ser controlados.

El licenciado en Ingeniería Física del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), desarrolló un software que permite que el robot llamado Sabina, sea capaz de aprender con la guía del usuario, ya sea a control remoto con un joystick o teclado y de manera más natural a través de comandos de voz o de forma sencilla al mostrar al autómata las tareas, como se le enseña a un niño pequeño.

La cualidad de este singular instrumento diseñado por el también maestro en Información Tecnológica por la Universidad de Edimburgo, en Escocia, es que cualquier persona puede programarlos, sin necesidad de ser experta en robótica, ya que el fin es que interactúe de manera natural con el robot y que éste reconozca patrones del medio ambiente como una habitación, paredes y se adapte para no chocar y aprenda de manera autónoma a realizar distintas tareas de la vida cotidiana, entre ellas, aprender a ir a ciertos lugares, traer la bebida favorita del usuario o bien alguna medicina.

El mecanismo de aprendizaje es independiente al robot. La idea, precisa Morales Manzanares, es tener un programa que adquiera información del usuario con el propósito de utilizarlo en diferentes robots y por ello se han realizado pruebas en un autómata móvil con ruedas y en un brazo robótico, incluso se podría enseñar a volar a un dron o helicóptero para que haga reconocimiento de zonas o patrulle una cierta región.

Para ello, añade, se necesitan ciertas capacidades sensoriales, programas de interpretación con el fin de que represente lo observado y con ayuda de programas entienda simples comandos de voz. A fin de complementar su aprendizaje, Sabina cuenta con sensores láser, un Kinect de Xbox, la cual es una tecnología abierta que se compone de una cámara de profundidad que captura información en 3D, que identifica personas e identifica su postura.

Por ejemplo, el usuario mueve el brazo y el robot lo replica, percibe el lenguaje corporal y de este modo aprende a realizar las tareas, complementó el también doctor en Computación por la Universidad de Strathclyde en Reino Unido.

En cuanto a los comandos de voz, éstos pueden hacerse en español o inglés, porque el robot participa con regularidad en concursos internacionales. Por esa razón, se diseñó un vocabulario más amplio, con fines de retroalimentación que permitan una comunicación más natural.

Con base en el estado actual del robot, éste tiene un conjunto de posibles acciones a realizar. Selecciona una acción y recibe retro-alimentación del ambiente o del usuario, quien observa al autómata realizar la tarea. Esto sirve para mejorar la calidad de sus movimientos, en un ejercicio de prueba y error, con el propósito de llegar a elegir las acciones que le permitan realizar la tarea de la mejor forma posible.

El coordinador de Ciencias Computacionales del INAOE comentó que la iniciativa de crear a Sabina surgió de un proyecto de ciencia básica del Conacyt, y con el tiempo se convirtió en el material de pruebas del equipo Markovito, el cual participa en torneos internacionales de robots de servicio.

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