El entonces presidente de la Cámara Alta estaba nervioso y, si bien dejó entrever sus intenciones de votar en contra ni bien comenzado el discurso, eligió cuidadosamente cada frase para evitar quedar como el «traidor» ante el bloque del Frente para la Victoria, impulsor de la iniciativa y al que Cobos pertenecía.«Yo sé que me cabe una responsabilidad histórica en esto», afirmó y sostuvo que «hay quienes desde lo político dicen que tengo que acompañar por la institucionalidad, por el riesgo que esto implica». «Mi corazón dice otra cosa y no creo que esto sea el motivo para poner en riesgo el país, la gobernabilidad, la paz social», disparó.
Más adelante, manifestó su deseo de «seguir siendo el vicepresidente de todos los argentinos, el compañero de fórmula hasta el 2011 con la actual presidenta de los argentinos».
«La historia me juzgará, no sé cómo. Pero espero que esto se entienda», agregó, cuando en el recinto ya no quedaban dudas de su decisión. «No puedo acompañar y esto no significa que estoy traicionando a nadie», se atajó y destacó: «Estoy actuando conforme a mis convicciones».
La frase final es la que quedó en la memoria de todos los argentinos: «Que la historia me juzgue, pido perdón si me equivoco. Mi voto… Mi voto no es positivo… mi voto es en contra».
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