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El capitán se hunde con su barco

Esta mañana, Fabiana Ríos anunció la salida del PSP de su último funcionario electo: Silvio Bocchichio. Sin saberlo, también sentenció a muerte a su partido.

La ex gobernadora Fabiana Ríos anunció esta mañana a través de su cuenta oficial de Twitter que el Partido Social Patagónico perderá el último bastión en la provincia de Tierra del Fuego.

“En las próximas horas el concejal Silvio Bocchicho formalizará su salida del PSP”, escribió Fabiana Ríos, siempre dispuesta a mandar al destierro a todos aquellos que no comulguen con su idea. Sin saberlo, con esas pocas palabras Ríos también sentenciaba la muerte definitiva de su partido político.

El comienzo del fin

Nadie puede afirmar con soltura cuándo comenzó el debacle del Partido Social Patagónico, pero sí la fecha en la cual el paciente quedó moribundo: 28 de junio de 2015. Ese día quedará en la memoria de Fabiana Ríos como el más negro de su corta pero intensa carrera política.

En busca de retazos de poder y más por capricho que por certidumbre, la entonces gobernadora saliente se lanzó a los comicios en busca de conseguir la Municipalidad de Ushuaia. Pero los de la capital no olvidaron lo sufrido en los últimos años y le asestaron un golpe letal en las urnas: menos de 2 mil votos y sexta en la carrera a la intendencia.

De esta manera, el partido perdía a su líder, quien a partir de ese momento se dedicaría a ser “opositora de todo” a través de las redes sociales, ya sin un rebaño para guiar. No sólo eso, también la misma elección determinaría que Silvio Bocchichio se transformaba en el único funcionario electo del PSP, un partido que supo tener representación en cada ciudad de la provincia y aspiraba a saltar el Estrecho de Magallanes.

Manotazos de ahogado

Como si anunciara la limpieza o expiación del partido, Ríos hoy anunció el hundimiento definitivo de su partido político, en la actualidad sólo dedicado a aparecer en actos en los que, generalmente, ella y sus militantes son repudiados.

Con sólo un par de marineros en cubierta, el final de la película parece claro: el capitán se hunde con su barco. Sólo resta saber si lo hace por convicción o necedad.

 

 

 

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