Una investigación del Vaticano a monjas católicas estadounidenses en Estados Unidos que había comenzado con temores de que fueran demasiado feministas y seculares concluyó con elogios a las hermanas por su abnegación en el cuidado de los pobres, un gran cambio de tono que refleja el acento puesto por el papa Francisco en la justicia social.
El informe elogioso también promete valorar más su «genio femenino» al tiempo que sugiere discretamente como pueden servir fielmente a la Iglesia y sobrevivir cuando sus filas decrecen notablemente. Las propias monjas estadounidenses aplaudieron el informe, al asistir en gran número a una conferencia de prensa en una de las escasas ocasiones en que hubo más mujeres que hombres en la Santa Sede.
«En el informe campea un tono alentador y realista», dijo la hermana Sharon Holland a la prensa. «Se comprenden los retos, pero no es un documento regañador ni de soluciones simplistas. Una puede leer el texto y sentirse apreciada, y que confían en una para seguir adelante».
El informe se destacó sobre todo por lo que no dijo, dada la crítica de la vida religiosa estadounidense que movió al Vaticano durante el pontificado de Benedicto XVI para lanzar la investigación en 2009.
No contiene críticas a las monjas, ni les exige que dejen de concentrarse en la justicia social para destacar el magisterio de la Iglesia sobre el aborto ni las condena por haber adoptado una mentalidad feminista y secular.
Más bien, en medio de una evaluación realista de la situación difícil de las congregaciones estadounidenses, el informe elogia a las hermanas por su abnegación y reafirma su vocación en una forma que refleja el tono pastoral propio del primer papa jesuita de la historia.
Fue un mensaje drásticamente distinto del de otra oficina del Vaticano que investigó a las líderes de las hermanas.
Esa investigación, realizada por la Congregación para la Doctrina de la Fe, hizo que el Vaticano interviniera la Conferencia de Dirección de Mujeres Religiosas (LCWR por sus siglas en inglés) en 2012. Esa oficina doctrinaria determinó que la LCWR, que representa al 80% de las monjas estadounidenses, socavaba el magisterio de la Iglesia y promovía «temas feministas radicales, incompatibles con la fe católica».
Holland, titular de la LCWR, reconoció que la primera reacción ante la investigación fue de suspicacia y desconfianza, sobre todo entre las hermanas ancianas, quienes «sintieron que habían juzgado sus vidas enteras y las habían hallado en falta».
Los resultados, añadió, demuestran que el Vaticano escuchó a las hermanas y las comprendió.
El papa Francisco ha sido «una fuente de gran aliento y esperanza para muchas de nosotras», dijo.
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