Dos rosarinos pretenden dar la vuelta al mundo en bicicleta, recorriendo 144 países en 15 años. Favio Giorgio (48) y Marcelo Lezcano (44) son dos auténticos aventureros que están a punto de echar a rodar un sueño que se transformó en un desafío intrínseco, visceral, trascendente, que requirió de un rotundo cambio de vida para poder hacerle frente a la propia propuesta.
Giorgio era empleado de la obra social Osecac y pidió el retiro voluntario. Lezcano trabaja por su cuenta como tatuador. Ambos dejaron todas las cuestiones personales de lado para entregarse a esta riesgosa empresa. Y a ellos se unirá el italiano Uliano Pistelli (40), quien abandonó la escuela de cine de Bologna y ya está en la ciudad para incorporarse a la travesía.
Serán 156.400 kilómetros pedaleando los cinco continentes. Enfrentando todos los climas, las más variadas superficies y adversidades extremas. Arrancarán el 4 de enero en Rosario, se trasladarán en bicicleta hasta Salto y Paysandú (Uruguay), donde dictarán unas charlas. El 9 de febrero saldrán en avión desde Buenos Aires rumbo a Madrid, donde también brindarán disertaciones. Desde allí se movilizarán a Algeciras, Tánger (Marruecos) y por allí comenzará el recorrido por Africa, la primera gran estación de este emprendimiento, que significa una descarnada prueba para el alma, el carácter y la capacidad de resistencia humana.
—¿Cómo nació esta relación?
—Nos conocimos en un gimnasio, en 1999. El estaba preparando un viaje al sur en bicicleta y yo quería dar una vuelta por Latinoamérica después de haber hecho un trabajo voluntario en Cuba, porque había leído mucho del Che Guevara y la revolución cubana. Ahí, me propone: «¿Por qué no unimos los dos viajes? Vamos hasta Cuba, pero en bicicleta». En ese momento no tenía bicicleta, pero igual acepté. Empezamos a entrenar y a conocernos. En ese viaje pasamos por seis países de Latinoamérica. Hicimos 6.300 kilómetros en un año y un mes. Pasamos por el desierto de Atacama, la Cordillera de los Andes, el Amazonas y terminamos en la casa de Alberto Granado. Nos pasó de todo: me atropelló una camioneta y hasta tuvimos paludismo. (Giorgio)
—¿Y cómo surge la idea de la vuelta al mundo?
—El 9 de julio de 2001 empezamos a hablar de eso. Buscamos una fecha patria a propósito. Tomamos la decisión de hacerlo en 2010, pero por diferentes razones lo pasamos para 2015. (Lezcano)
—¿Cómo fue dar el paso hacia al gran viaje?
—Surgió la idea y empezamos a planificarlo. Tuvimos que arreglar cuestiones familiares y de trabajo. En tanto, durante estos años hicimos dos libros y un documental. Ahora estamos abocados al viaje, que planeamos hace 14 años. (Lezcano)
—¿Por qué se involucraron tanto con estos viajes en bicicleta?
—Los viajes te abren la cabeza y te hacen ver otras cosas que, con la rutina, no se pueden llegar a ver. La bici es un transporte ecológico, saludable y te acerca a lo natural. Te permite frenar un poco y darte tiempo para contemplar. Te lleva a ser amigo de cada lugar. Te permite crear lazos increíbles. (Giorgio)
—Estos viajes son, para nosotros, una forma de vida. Sabemos la fecha de salida, pero no conocemos bien la de vuelta. Tenemos planificado lo que podemos pero sabemos que después estamos expuestos a un montón de cosas. (Lezcano)
—¿Estas experiencias nacen como desafíos internos?
—Tienen que ver esencialmente con lo interior. Es algo que uno quiere cada vez un poco más. No tenemos dudas de que será el desafío más grande de nuestras vidas. (Lezcano)
—¿Por qué arrancan por Africa?
—Porque creemos que será lo más duro. Lo más desconocido. Nos enfrentaremos a todo lo que la geografía y el clima nos pongan por delante. Pondremos a prueba todas nuestras fuerzas. (Lezcano)
—¿Cuál es la clave en la convivencia en este tipo de periplos?
—La verdad es que nos llevamos muy bien, somos como hermanos. Y entre nosotros no hace falta tanto diálogo. Sabemos que salimos dos y vamos a llegar los dos. Los dos somos uno, tirando siempre para adelante. (Giorgio)
—¿Por qué se propusieron un recorrido tan extenso?
—Este viaje durará muchos años. Trataremos de tocar todos los países que podamos, no importa el tiempo que lleve. Estimamos que puede durar de 10 a 15 años. (Lezcano)
—¿Qué es lo que más cuesta en este momento?
—El mayor costo es el desarraigo, la parte sentimental. Esa es la etapa que estamos transitando ahora. Dejás de tener a tus seres queridos, te separás de tu ciudad, de tu lugar de pertenencia. Pero son decisiones. (Giorgio)
—¿Buscan emitir un mensaje?
—Buscamos romper límites. Este viaje comenzó hace 14 años y es un desafío increíble. Simplemente le ponemos energía, pasión, amor y tiempo a lo que queremos. El viaje es el mensaje. (Giorgio)
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