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Impulsan una ley del “Estado judío”

El Consejo de Ministros del gobierno que preside Benjamin Netanyahu votó el primer borrador de un polémico proyecto de ley para definir a Israel como Estado judío.

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El Consejo de Ministros del gobierno que preside Benjamin Netanyahu votó el primer borrador de un polémico proyecto de ley para definir a Israel como Estado judío. La iniciativa fue aprobada con los votos de los tres partidos de derecha y ultraderecha –Likud, Israel Beitenu y Hogar Judío– y que rechazado por el partido de centro Yesh Atid, la ministra de Justicia, Tzipi Livni, y la titular de la cartera de Deportes y militante del Likud, Limor Livnat. “En el Estado de Israel hay igualdad individual para todos los ciudadanos, pero el derecho nacional está reservado sólo para el pueblo judío”, dijo el primer ministro en la apertura de la turbulenta sesión del Consejo. El proyecto de ley, propuesto por cuatro diputados ultranacionalistas, recibió 15 votos a favor y 7 en contra en una sesión en la que Netanyahu enfrentó a los gritos a Livni y a varios ministros del partido Yesh Atid, que dirige el titular del Ministerio de Finanzas, Yair Lapid.

Además de pretender definir a Israel como Estado judío por encima de su tipificación actual como Estado democrático, el proyecto daría prioridad al antiguo derecho israelita como fuente de inspiración legislativa y define el hebreo como única lengua oficial del país (ahora lo es también el árabe). El ministro de Finanzas describió la iniciativa como “una ley fatal” redactada únicamente para las primarias del Likud.

El proyecto de ley forma parte de la política del Likud y de Israel Beitenu desde la Legislatura anterior. Desde hace meses es debatido para incluirlo en una fórmula de consenso apoyada por todos los partidos en el gobierno. Por un problema burocrático en el proceso de legislación, la propuesta que aprobó ayer el Consejo de Ministros es en realidad una fusión de dos proyectos de ley individuales de la ultraderecha, primer borrador que fue girado al Parlamento (Knesset) donde será debatido nuevamente.

Una vez que el texto llegue a la comisión que lo tratará, Netanyahu espera moderar los elementos notoriamente nacionalistas a los que hace alusión el proyecto, de forma que el carácter judío de Israel sea equiparable –y no superior– a su carácter democrático, lo que podría leerse como una muestra de respeto a las distintas minorías, en su inmensa mayoría de origen árabe. El proyecto es visto con recelo por las minorías, que temen el avasallamiento de sus derechos civiles en el futuro.

“No habríamos llegado aquí si Livni se hubiera comportado de otra manera”, protestó el primer ministro al justificarse por tener que aceptar los proyectos de ley individuales, en lugar de que el gobierno consensuara uno más moderado. Comentaristas y juristas señalaron que, incluso si llega a ser aprobada por el Parlamento en su versión más dura, lo cual parece improbable, se tratará de una ley estéril, porque ni ahora ni en el futuro estará garantizada su constitucionalidad, y cualquier cambio demográfico conduciría a su anulación. Y recordaron que otras leyes ya incluyen con claridad la “judeidad” de Israel.

Los detractores señalaron que el carácter judío de Israel fue definido en la Declaración de Independencia de 1948, que señalaba “el establecimiento del Estado judío en la Tierra de Israel, que será conocido como Estado de Israel”. En base a esa declaración, que realza la igualdad para aquellos ciudadanos no judíos, se crearon cincuenta años después las Leyes Básicas del Estado, consideradas como una protoConstitución. Para Daniel Friedman, ex ministro de Justicia en el gobierno de Ehud Olmert, esta legislación declarativa no tiene la capacidad de resolver disputas sustanciales o sociales.

“En el mejor de los casos, no tendrá el más mínimo beneficio, y en el peor llegará hasta a causar un gran daño”, explicó el especialista al recordar la ley de unificación de Jerusalén en 1980, que hizo que una veintena de países que tenían sus embajadas en la Ciudad Santa la abandonaran y retirasen así su reconocimiento como capital. Para Friedman, Israel ya tiene suficientes leyes que describen el carácter del país, como la que alienta la inmigración de cualquier judío del mundo en base a su origen (Ley del Retorno) o la del himno y la bandera, que reflejan claramente los símbolos nacionales.

A su vez, advierte que frente a la explosiva situación actual, con protestas y enfrentamientos desde hace dos semanas en las calles de Galilea por la muerte de un palestino-israelí alcanzado por disparos de la policía, la ley podría causar un grave daño a las relaciones entre la mayoría judía y las minorías. “¿Qué le dirán a su familia, que es un ciudadano de segunda?”, interpeló a Netanyahu el publicista Menahem Ben, al recordar a Zidan Sayef, policía druso que murió hace unos días en combate con los terroristas que atacaron la sinagoga del barrio de Har Nof. Los drusos pertenecen a una de las minorías del país cuyos jóvenes prestan el servicio militar como cualquier joven.

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