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BOCA 0 – RIVER 0: Empate por nocaut

En el superclásico más esperado de los últimos tiempo, las patadas ganaron por goleada. River pegó más, Boca se quejó, el fútbol perdió.

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Fue un clásico violento por los golpes, pero mucho más violento por la pobreza. Por la falta de fútbol, de ideas, de inteligencia. La pobreza es violencia. Y Boca y River fueron pobres. Indigentes. Incapaces de una propuesta constructiva (¿adónde quedó el mejor River de la historia?), se dedicaron a destruir. A golpear. A erradicar cualquier intención de vulnerar el cero. Ah, el miedo… Boca y River se tuvieron miedo. Terror. Y cada amenaza de fútbol era respondida con un golpe. Patadas, empujones, manotazos, insultos, mala leche, provocaciones pendencieras. ¿Guapeza? No. Guapeza es otra cosa. Guapeza hubiera sido pedirla y jugar, tocar, pararse en el centro de la escena.

River y Boca se fueron al entretiempo sin situaciones de gol (el equipo de Gallardo sin patear al arco, siquiera). Es tanto el temor a perder que el cero en el arco propio es la prioridad absoluta. No ya del local, que busca llegar a la cancha del otro sin que un empate sin goles en la vuelta lo condene. También del visitante, que no quiere quedar condicionado por una derrota y salir a dejarle espacios al rival en la revancha.

El cero a cero en los arcos fue 27-13 en todos los otros sectores del campo: 27 faltas de River contra 13 de Boca. Silvio Trucco pitó 40 foules, pero no logró imponer autoridad en la guerra de los roces. Hicieron lo que quisieron en sus narices y él se fue contento, convencido de haber pasado “desapercibido”. Dentro del contexto de violencia, hubo uno que pegó más, y tiene sus motivos: está lento, le pesan las piernas, pierde las pelotas que no son de nadie, muchas segundas jugadas. Y teme quedar mal parado. Para evitarlo, pega. Así se protege de sus carencias cada vez más notorias. River es, hoy, ese adolescente que fue niño prodigio y pasa a ser una incógnita.

¿Boca? Boca está más preparado para presionar y forzar errores que para armar su propio fútbol. ¿Le servirá más ser visitante? Queda un segundo tiempo. Será difícil esperar juego sagrado, pero estaría bien que respetaran su historia. Anoche lo que pasó desapercibido no fue Trucco. Fue el fútbol. Fue Boca. Fue River.

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