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Cinco jóvenes riograndenses se perdieron en un cerro de Tucumán

Se equivocaron el camino y fueron rescatados a la noche por motoristas. Los jóvenes están de vacaciones en la provincia. Hubo momentos de desesperación.

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El objetivo era llegar a El Cristo, en San Javier. A las 16, un tío los dejó en la comisaría de El Corte y empezaron la travesía por las cortadas del cerro. Tres horas más tarde se dieron cuenta de que habían tomado el camino equivocado. Seis primos se perdieron el miércoles en el cerro San Javier y fueron rescatados a las 22.30 por unos motoristas, amigos de sus familiares.

Celeste (22 años) y Agustina Arévalo (12), nacieron en Río Grande, Tierra del Fuego, pero sus padres son tucumanos. Desde pequeñas veranean todos los años en esta provincia, al igual que sus primos Carla (22), Ana (17) y Tomás Martínez (15).

El martes decidieron que al día siguiente irían a San Javier caminando desde el pie del cerro. Al recorrido lo habían hecho antes en auto o a pie, pero por el costado de la ruta. Esta vez decidieron subir por las cortadas, guiadas por Huerto Erazo (17), una prima de Tucumán que ya había realizado ese trayecto.

“Comenzamos a subir sin problemas, pero después de andar por uno de los trayectos vi que la ruta no aparecía y me empecé a preocupar”, comentó Celeste. De alguna manera, los seis primos se habían dado cuenta de que estaban desorientados, pero ninguno quería asumirlo.

“Llegamos a la cima de un cerro, y veía hacia una punta una antena, y hacia otra la hostería de San Javier. Evidentemente estábamos cada vez más lejos”, contó Tomás.

Los primos intentaron retornar, pero se encontraron con una pendiente pronunciada. La noche comenzaba a envolver el cerro y la visibilidad se acotaba. A las 20.30 sonó el teléfono de Ana, la única que tenía señal. Era Mirta, la madre de Celeste y Agustina. “Me di cuenta por su voz de que estaban perdidos”, comentó la mujer. Los chicos no querían preocupar a sus padres, pero luego reconocieron que no sabían dónde estaban.

“La mayor parte del tiempo estuvimos callados, nadie quería decir nada”, comentó Carla. Los primos pensaron que tal vez pasarían la noche en el medio del cerro. “Mi papá nos había dicho que no nos moviéramos de donde estábamos. Discutíamos entre nosotros si nos quedábamos quietos o buscábamos la ruta”, afirmó Celeste.

Los chicos comentaron que uno de sus mayores temores era ser atacados por animales. “Como estábamos en la pendiente, pensaba que si me dormía me iba a caer, porque me muevo mucho”, dijo Agustina, la más pequeña.

La búsqueda

Mientras tanto, un grupo de 10 motoristas amigos de la familia se había adentrado en el centro para buscarlos. Además había cuatro vehículos en el que andaban sus padres y la Policía había movilizado al grupo CERO, a los bomberos voluntarios de Yerba Buena y a guardaparques, según comentó el comisario Mario Núñez, jefe de Zona de la Regional Norte.

“Estábamos desesperados. Me acordé del caso de los Pomar, que estuvieron desaparecidos varios días luego de un accidente y cuando los encontraron estaban todos muertos. No sabíamos qué hacer”, comentó Luis Arévalo, padre de Celeste y Agustina.

Los chicos no tenían agua ni comida. Cerca de las 22, Tomás y Celeste decidieron caminar un poco, buscando la ruta. Tras andar unos minutos se toparon con un paredón de unos 10 metros, y abajo divisaron el río. Escucharon a unos hombres que gritaban el nombre de una de ellas, y que luego los alumbraron con linternas. Era parte del grupo de motoristas que los buscaban.

En el río cargaron las botellas y tomaron agua. Al salir a la ruta abrazaron a sus padres y lloraron. Ayer al mediodía contaron su odisea, más tranquilos. “No quiero ni ver el cerro”, dijo Agustina. “Yo si volvería, pero por la ruta”, afirmó Carla. Lo seguro es que al menos en estas vacaciones, no llegarán a tocar El Cristo.

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