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Racing dio el gran golpe y bajó a Boca en la Bombonera

Le ganó 2 a 1, le quitó el invicto y no lo dejó alcanzar el récord con nueve triunfos consecutivos en un arranque de campeonato durante el profesionalismo.

Agoniza Boca, pero no se da por vencido. Reniega de perder el invicto, de no llegar al récord de River en el profesionalismo, el del Apertura 91, nueve victorias seguidas. Hasta ese remate de Pablo Pérez, esquinado, con destino de red, con sentencia de gol. Sin embargo, Musso es Saja, Fillol y Cejas. Es un pibe que recién empieza a volar de palo a palo, pero reúne las virtudes de cada uno de esos emblemas del arco celeste y blanco en una tapada sobrenatural. En esa estirada monumental. Pone las manos y el corazón. Y la marcha azul y oro se detiene. Después de vencer a todos, incluido al superclásico rival, y llegar holgado a la cima del torneo. Racing se plantó en la Bombonera, cortó su circuito de juego y tuvo en Lautaro Martínez, una de las mejores apariciones del fútbol argentino, un futbolista fuera de clase.

Porque fue la joya de la Academia, el chico que llegó de Bahía Blanca, la rompió en el Sub 20 y es objeto de deseo de los principales clubes europeos, el que mejor entendió el partido. Para explotar los espacios que dejaba Boca. Lo reflejó en el segundo gol, en ese quiebre de cintura ante Wilmar Barrios, en esa asistencia para Augusto Solari, quien rompió el vacío entre los centrales y definió de zurda ante la apurada salida de Agustín Rossi. Lautaro no sólo marcó el primer gol con un latigazo espectacular;también, conectó al equipo.

¿Cuánto pudo haber pesado que cinco de sus titulares estuvieran de gira con sus selecciones durante la fecha FIFA?Frank Fabra y Barrios -también Edwin Cardona, suspendido- jugaron con Colombia en Corea del Sur y China. Nahitán Nández con Uruguay en Polonia y Austria. Cristian Pavón y Darío Benedetto con Argentina en Rusia. Demasiadas millas y jet lag. Los colombianos no estuvieron ni cerca de su rendimiento habitual. El lateral no fue punzante y casi siempre perdió en el mano a mano. El volante tuvo demasiado campo para cubrir porque Pablo Pérez tuvo que participar de la gestación del juego. Y Wilmar no mostró su mejor versión. No tuvo anticipo ni claridad.

Boca arrancó mejor. Con los piques de Pavón por la derecha, aprovechando la espalda de Andrés Ibargüen y la fragilidad de Alexis Soto. Trianguló mejor en el primer cuarto de hora. Hubo una jugada que no fue perfecta porque el tiro de Pérez se perdió a centímetros del arco de Musso. Arrancó y terminó en los pies del capitán. La tocaron Pavón, Benedetto y Nández. Quedaban a contramano los defensores de Racing. Pero ya se empezaban a vislumbrar, muy a pesar del dominio xeneize, algunos huecos para el contraataque de la Academia.

Enrique Triverio, Ibargüen, hasta Lautaro lo desperdiciaron de entrada. Sin embargo, Racing se fue afirmando. Con más actitud que fútbol. Hasta que Martínez recibió de espaldas, habilitó a Triverio -fuerte, pivoteando- y le devolvió la pared de frente al arco, para sacar un derechazo demoledor. Fue un golazo.

Boca se recuperó rápido. Miguel Barbieri bajó a Nández y Darío Herrera no dudó. El árbitro, flojísimo en la conducción, marcó el punto del penal y el Pipa empató el clásico. A cinco minutos del epílogo del primer tiempo, el puntero estaba vivo, pero lejos del nivel que había exhibido antes del parate en el Monumental.

Pinchado físicamente, jugó con el freno de mano. Nublado. Y nunca pudo vulnerar el entramado defensivo de Racing, que tuvo en Egidio Arévalo Ríos un guerrero. El uruguayo jugó con el cuchillo entre los dientes. Acurrucado entre los zagueros, metió, cortó y llegó a todas a tiempo. Vittor acompañó con firmeza. Ya estaba en ventaja la Academia, por ese bochazo de Musso que sobró a Goltz y Martínez capitalizó con Solari.

Los cambios del Mellizo no influyeron. La idea de volcar a Pavón por la izquierda, mover a Cristian Espinoza al centro y liberar a Gino Peruzzi por afuera no prosperó. Tampoco, el ingreso de Agustín Bouzat para desequilibrar por la raya. Cocca recién movió el banco en los últimos veinte minutos, cuando apostó a la velocidad de los pibes Mansilla y Zaracho.

Sin su capitán Lisandro, Racing dio la estocada. Como en 2014, cuando a partir del triunfo en la Bombonera llegó el despegue que terminó en la vuelta olímpica. Hoy, parece muy lejos como para ilusionarse. Y habrá que ver cómo repercute esta derrota en Boca, amplio líder, pese a todo.

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