Publicado en

Ante una multitud, beatificaron a Mama Antula en Santiago del Estero

El cardenal Amato, enviado del papa Francisco, proclamó hoy beata a la monja María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, en una ceremonia religiosa en Santiago del Estero. Es la novena beata argentina.

María Antonia de San José, la laica santiagueña popularmente conocida como «Mama Antula», fue oficialmente declarada beata, en una multitudinaria ceremonia que se realizó en la plaza Monseñor Gerardo Sueldo de la ciudad de Santiago del Estero y que fue presidida por el delegado del Vaticano, el cardenal Angelo Amato.

Durante el oficio religioso, Amato leyó la carta del Papa Francisco por la que se inscribe a Mama Antula en el libro de las beatas «cumpliendo los deseos de nuestros hermanos, cardenal Mario Aurelio Poli (Arzobispo de Buenos Aires), Vicente Bokalic (Obispo de Santiago del Estero) y de numerosos fieles».

«Después de haber escuchado el parecer de la Congregación para la Causa de los Santos, concedemos la facultad de la que venerable cierva de Dios, María Antonia de San José -María Antonia Paz y Figueroa-, fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales en la ciudad de Buenos Aires, sea llamada beata de ahora y en adelante y que su fiesta pueda ser celebrada el 7 de marzo de cada año», agrega.

La misiva, que lleva la firma del Papa Francisco fue dada a conocer el 17 de agosto del presente año, y su lectura fue recibida con una prolongada aclamación de los fieles.

Por su parte, la postuladora de la causa por la beatificación de Mama Antula, Silvia Correale, indicó que el apostolado llevó a la laica santiagueña «a recorrer las provincias del norte argentino, tres mil kilómetros a pie, realizando su misión de un modo muy sencillo, orientada a la conversión de los pecadores y a la salvación de las prácticas a partir de los ejercicios espirituales, cambiando sur forma de vida».

La ceremonia religiosa, a la que asistieron la vicepresidente Gabriela Michetti, en representación del gobierno nacional, y la gobernadora santiagueña Claudia Ledesma Abdala de Zamora, estuvo a cargo del Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Amato, el cardenal primado de la Argentina, monseñor Poli, el cardenal Héctor Villalba y el obispo Bocalic.

«María Antonia era conocida en la iglesia por su extraordinaria labor, el carisma de nuestra beata consistía en arrancar el mal del corazón del hombre y plantar la semilla del bien, fue una incansable misionera, mediante la práctica de los ejercicios espirituales», dijo el cardenal Amato.

En su homilía, el enviado del Vaticano explicó que Mama Antula «iba descalza, vistiendo una simple túnica y con un bastón en forma de cruz, viajando por los montes» y que su método era simple y eficaz, «pidiendo a los superiores eclesiásticos la licencia para los ejercicios espirituales».

«Amaba a Jesús, a quien llamaba el querido niño Manuelito, a quien le pedía cada vez que faltaba comida, leña y dinero, y de alguna manera, eso que faltaba, llegaba», destacó. Para finalizar, Amato dijo que la religiosa «era una mujer fuerte, amable, sincera y con caridad maternal ayudaba a los pobres y marginados, se la veía caminar descalza por Buenos Aires juntando comida para los pobres y los detenidos, para santificar aquellas almas extraviadas».

Durante la misa, la figura de Mama Antula estuvo acompañada por las históricas imágenes de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa, Nuestro Señor de los Milagros de Mailín, Nuestra Señora de Loreto, Nuestra Señora de Huachana, la Cruz de Matará y el Cura Brochero.

La venerable María Antonia de Paz y Figueroa nació en 1730 en Santiago del Estero, descendiente de una ilustre familia de conquistadores y gobernantes. Desde muy joven y por 20 años colaboró con los jesuitas en lo que se convertiría en su gran apostolado: la promoción y organización de los célebres ejercicios espirituales del fundador de esa orden religiosa, San Ignacio de Loyola.

El 2 de julio de 2010 el papa Benedicto XVI la había proclamado venerable, al autorizar a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto por el que se reconoce que practicó las virtudes cristianas en grado heroico.

Mama Antula se convirtió en la novena beata argentina, junto al Cura Brochero, las monjas Crescencia Pérez, Nazaria Ignacia March Mesa, María del Tránsito de Jesús Sacramentado (Madre Cabanillas) y María Ludovica De Angelis, el salesiano Artémides Zatti, la laica Laura Vicuña y el indio mapuche Ceferino Namuncurá.

 

El milagro de Mama Antula

La curación de una religiosa a quien los médicos le habían pronosticado una muerte segura fue el «milagro» que se le atribuyó a Mama Antula para ser proclama hoy beata en Santiago del Estero.

A María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, se le atribuye la curación de la hermana María Rosa Vanina, religiosa de la congregación Hijas del Divino Salvador, quien se recuperó de una colecistitis aguda con shock séptico en 1904, luego de que otras las monjas le rezaran a su fundadora por su recuperación.

El testimonio de la hermana María Rosa Vanina fue clave para avanzar en el proceso de canonización de Mama Antula. Según figura en la causa, la religiosa declaró el 24 de septiembre de 1906, cuando tenía 31 años.

«Agradezco este beneficio de la Providencia Divina y creo fundamentalmente haber sanado por la intercesión de nuestra venerable madre fundadora», afirmó Vanina en su declaración incluida en el expediente canónico de beatificación recién aprobado en marzo de este año.

El 2 de julio de 2010, el papa Benedicto XVI autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos la promulgación del decreto que reconoció que las virtudes cristianas en grado heroico y la proclamó venerable.

En tanto, el papa Francisco autorizó el 4 de marzo de este año la promulgación del decreto que reconoce el «milagro» atribuido a la intercesión de Mama Antula.

La causa para su canonización fue la primera presentada ante el Vaticano por el episcopado argentino, a comienzos del siglo XX.

 

Milagrosa y valiente

A Mama Antula también se la conoce por su valentía, ya que desafió la expulsión de los jesuitas al predicar y difundir los ejercicios espirituales ignacianos.

Cuando los jesuitas fueron expulsados de estas tierras, Mama Antula tenía 15 años e hizo una promesa privada de castidad y pobreza. Decidió dedicar su vida a la difusión de los ejercicios espirituales según el método enseñado por San Ignacio de Loyola, fundador de la orden de los jesuitas (que consiste, generalmente, en ocho días de meditación guiada).

Se vistió con un hábito jesuita y se puso a predicar y organizar retiros espirituales primero en pueblos de Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Córdoba. Y, desde 1779, en Buenos Aires, donde hizo construir una casa para los ejercicios que se conserva aún en la avenida Independencia al 1100.

 

 

 

Comentarios